Lo que comenzó siendo una broma se ha convertido en una farragosa molestia y una potencial amenaza para la seguridad que tiene en vilo a la comunidad de montes de Valladares y a numerosos vecinos de esta parroquia viguesa. Se trata de un pequeño barco o, más bien, lo que queda de él, que hace meses apareció en la subida al Monte Alba, en terrenos propiedad de la Comunidad de Montes de Valadares.
La embarcación, totalmente destrozada, permanece abandonada en uno de los miradores más elevados del término municipal de Vigo, a unos pocos centenares de metros de la capilla del Alba y totalmente a la vista, dado que fue depositada en una pequeña rotonda que se encuentra en el ascenso a dicho mirador.
De hecho, en ese punto se encuentra uno de los monolitos que rinden homenaje a los ocurrido durante los graves incendios que sufrieron los montes de Vigo en el mes de octubre de 2017. A su lado, llama la atención la embarcación, que lleva meses a la espera de que desde el Concello de Vigo acudan a recogerla.
La historia de la barca es del todo rocambolesca y, aunque comenzó siendo una broma, ha pasado ya los límites de la paciencia y desde la Comunidad de Montes confían que se ponga punto y final de una vez por todas.
Hace casi un año que la embarcación fue depositada, junto a cerca de una treintena de botes de pintura, maderas y escombro de todo tipo en el antiguo vertedero de O Zondal, en las proximidades.
El antiguo vertedero, clausurado hace ya treinta años, se encuentra en un terreno que es propiedad municipal, por lo que la comunidad de montes se puso en contacto para informar de dicho vertido. «No es el único, por desgracia. Casi todos los días hay vertidos en los montes de Vigo, ya sea el nuestro o cualquier otro. A veces, incluso camiones de empresas que cobran a los clientes por deshacerse de escombros en un punto limpio y optan por tirarlo aquí en el monte», lamenta Gregorio Álvarez, presidente de los comuneros de Valadares. Cuando detectan un vertido, hacen fotografías y tratan de averiguar su procedencia, por lo que cuando hay suerte y logran identificar a los responsables, éstos tienen que abonar multas. «Ya no les sale tan barato», subraya.
Así fue como comenzó la historia del barco del monte de Valadares, como tantas otras. Tras dar aviso al Concello, los botes de pintura y parte del escombro fueron retirados y la embarcación se quedó en el Zondal, aunque no por mucho tiempo.
«En esa zona donde está el homenaje por los incendios, había un pino que había ardido y que se dejó como símbolo de lo ocurrido. Sin embargo, con el tiempo, como la gente subía para hacerse fotos, se rompió. En su lugar, se puso una piedra que lo recordaba y, un día, ese barco que estaba en el Zondal apareció misteriosamente sobre la piedra», relata Álvarez.
El presidente de los comuneros lo atribuye a una broma. «Creemos que pudo ser una despedida de soltero o una broma de los vecinos. Nos hizo gracia y un día que un tractor vino a hacer unos trabajos, le pedimos que aprovechase para bajar la barca de nuevo al Zondal», explica.
Cerca de la zona, además, se encuentran las instalaciones de Humor Amarillo Vigo, en el que se celebran actividades de grupos de amigos, despedidas de soltero o cumpleaños en torno al popular programa televisivo de los años 80. «Todos fuimos jóvenes y nos pareció divertido porque incluso le habían puesto un volante, una silla de oficina y le habían quitado los reposabrazos para hacer de timón… estaba simpático y no nos pareció mal, pero había que quitarlo de alli», añade.
Sin embargo, la barca tardó poco tiempo en regresar, de nuevo, a la zona donde se encuentra el monolito. Esta vez, coincidiendo con Halloween. «Apenas habían pasado quince días y nos encontramos con que estaba de vuelta y, al poco tiempo, se cayó de la piedra y se quedó de lado, a escasos metros de la carretera por donde pasa el rally Rías Baixas», explicó Álvarez.
«No sabemos si se cayó de la piedra porque alguien lo quiso sacar de ahí y no pudo o si lo tiraron a propósito, pero ya no sabemos que hacer porque no queremos volver a llevarlo al Zondal y que al poco vuelva de nuevo porque a alguien le hace gracia», indicó. Inicialmente pensaron que podían haber sido unos vecinos que organizan actividades con motivo de Halloween, pero éstos dijeron que no tenían nada que ver con la barca.
La situación, por lo tanto, dejó de parecer graciosa y se solicitó ayuda al Concello, pero han pasado ya más de dos meses y todavía sigue en el mismo lugar, cada vez más inclinada y comienza a estar cubierta ya por maleza. «Ahora es un peligro. Esta es una zona donde vienen familias, no queremos que los niños se suban y se hagan daño… porque si pasa algo la responsabilidad es del propietario del terreno y esos somos nosotros», remarca.
«La verdad es que ya no sabemos qué hacer. Si la quitamos, a dónde la llevamos, qué hacemos… solo esperamos a que el Concello se la lleve», subrayó.