La historia del muro del Camiño Freixeiro, que lleva más de tres años apuntalado, podría haber inspirado a Franz Kafka para una secuela de su popular obra ‘El proceso’. Las dificultades burocráticas para arreglarlo no solo son rocambolescas sino que parecen no tener fin. Primero, el Concello de Vigo tuvo que completar un largo número de gestiones, sobre todo relacionadas con la propiedad de la finca. Una vez que se había “resuelto ese problema”, el laberinto administrativo llega desde Patrimonio, que ha reclamado una largo listado de requisitos documentales.
Así, tras localizar a los dueños de las parcelas afectadas –una de la empresa Finca do Conde y otra cedida al Ayuntamiento dentro de un proyecto de compensación pero sin figurar en el Inventario de Bienes Municipales-, la administración local redactó un proyecto de reparación que debe contar con la autorización de Patrimonio debido a su proximidad al Pazo de la Pastora, por lo que se le envió a la Xunta el 26 de septiembre de 2022.
Tres meses más tarde, el Gobierno local recibió un requerimiento de información a subsanar en diez días. Entre otras cuestiones, el organismo autonómico reclama un estudio que analice el estado actual del inmueble, las patologías, las soluciones constructivas, los riesgos, las causas de desplome del muro y la justificación de desmontar el muro total o parcialmente.
Dentro de la documentación reclamada también figuran alzados y secciones acotadas del muro actual de piedra y del resultante tras la intervención, en los que se detalle la rasante natural del terreno, que no puede ser modificada.
Abel Caballero fue el encargado de dar cuenta de esas peticiones del departamento autonómico, que a su juicio precisan de un “ingente tiempo de elaboración”, por lo que considera “imposible” satisfacer las demandas en el plazo establecido.
Y, como es habitual, el alcalde de Vigo vio en ello un frente político abierto. “Es obstruccionismo puro y duro de la Xunta. No quieren que lo arreglemos antes de elecciones”, sostuvo.
Por la parte que le toca, el regidor local consideró conveniente “pedir disculpas” porque el Concello “tardó mucho tiempo” en solucionar el conflicto burocrático inicial, que derivó en una tramitación “muy latosa”. “La gente de la zona fue muy paciente”, admitió.