Las más destacadas son las dos millones de visitas que recibió la ciudad y el retorno generado, que, según estimaciones del Concello, multiplicó por 25 la inversión realizada, que ascendió a 825.000 euros. De esta manera, se situaría en torno a los 20 millones, lo que a su vez colocaría el gasto por visitante en sólo diez euros.
A pesar de ser un dato mareante, Caballero aseguró que el cálculo es “muy conservador” y que no tiene en cuenta el impacto que generaron las distintas apariciones en los medios de comunicación y cuánto costaría en publicidad tener esa repercusión. Con todo, el regidor no fue capaz de aportar una base estadística o económica que sustentara sus estimaciones, allá de los conteos de personas establecidos en el árbol de la Porta do Sol y la Farola de Urzaiz.
El alcalde sostuvo que estas cifras suponen la confirmación de que se ha abierto una “ruta de éxito que tenemos que seguir aprovechando, porque una vez que entras en las rutas turísticas ya estás situado”. Así, a partir de ahora el objetivo será que alguien que planee un viaje durante las Navidades piense en venir a Vigo.
“La imagen marca de Vigo creció exponencialmente; las referencias en medios de comunicación y redes sociales son incontables”, añadió.
Otras cifras
Además de los números globales, el Concello ofreció otros datos. Según las estadísticas que maneja la Policía Local, el tráfico de vehículos en la ciudad creció en un cuarto de millón con respecto a 2017, a pesar de que ese año fue ya positivo.
Asimismo, Caballero recordó que llegaron a Vigo muchos autobuses fletados desde diferentes localidades españolas, que la ocupación de los trenes era total las tardes de los fines de semana, que las navieras transportaron a 10.000 personas más que en 2017 y los autobuses de Vigo movieron más de 814.000 viajeros.
Igualmente, la ocupación media durante la Navidad fue del 67 por ciento pero en el puente de la Constitución y en otras fechas señaladas hubo picos del cien por cien.