El pasado 3 de marzo, el alcalde de Vigo, Abel Caballero, anunciaba con optimismo que el lunes 10 de marzo estarían operativas las diez pistas de tenis en el Complejo Deportivo de Samil. La declaración, enviada a los medios a través de un audio, llegaba tras meses de quejas ciudadanas sobre el abandono de estas instalaciones municipales, dañadas por temporales y falta de mantenimiento. Según el regidor, tres pistas se destinarían a las escuelas deportivas y las siete restantes quedarían a disposición del público general. Sin embargo, este viernes, 21 de marzo de 2025, la realidad dista mucho de lo prometido: tan solo dos de las diez pistas estaban disponibles.
La información, confirmada por el propio Complejo Deportivo de Samil, pone en evidencia una gestión que no ha sabido cumplir con las expectativas generadas. La causa del nuevo revés se debe a que una valla instalada la semana pasada por el Concello de Vigo, destinada presumiblemente a proteger o delimitar las pistas, ha sucumbido al temporal reciente, dejando al descubierto la fragilidad de las intervenciones realizadas. Este incidente no solo frustra a los usuarios, sino que reaviva el debate sobre el estado general de las instalaciones deportivas en la ciudad.
Un historial de abandono y críticas
No es la primera vez que las pistas de tenis de Samil se convierten en el foco de la indignación ciudadana. En una carta publicada el 1 de marzo en VigoÉ, María Arellano Segade, una vecina de la ciudad, denunciaba con contundencia el «deplorable estado» de estas instalaciones. «Es inconcebible que en pleno siglo XXI nuestras instalaciones deportivas se encuentren en una situación tan vergonzosa», escribía, señalando la falta de mantenimiento en las redes, el cierre prolongado de la mayoría de las pistas y la escasez de personal para su gestión. Según Arellano, de las doce pistas originales, solo cinco estaban operativas antes del anuncio de Caballero, y muchas de ellas carecían de vallado o presentaban superficies al borde del colapso.
El relato de María no es un caso aislado. Las quejas sobre el deterioro de Samil han sido una constante en los últimos años, agravadas por la acción de los temporales que, como reconoció el propio alcalde, derribaron verjas y alambradas en el pasado. Sin embargo, la solución planteada para la reapertura de diez pistas parece haber sido más un titular que una realidad. La caída de la nueva valla, apenas días después de su instalación, pone en duda la calidad de las obras y la planificación detrás de ellas.
El temporal como metáfora de la gestión
El reciente temporal no solo ha derribado una estructura física, sino que ha expuesto las carencias de una gestión que prometió más de lo que podía cumplir. La imagen de una valla endeble, incapaz de resistir el embate del clima, se convierte en un símbolo de las expectativas frustradas de los vigueses. Mientras el alcalde justificaba el cierre previo de las pistas por los efectos del mal tiempo, la ciudadanía esperaba una intervención capaz de devolver a Samil su funcionalidad como referente deportivo. En lugar de ello, el resultado es una reapertura a medias que no resuelve los problemas estructurales de fondo.
Desde el Complejo Deportivo de Samil no se ha ofrecido una explicación detallada sobre por qué ocho de las diez pistas prometidas siguen clausuradas. La hipótesis más plausible, a la luz de los acontecimientos, es que las reparaciones anunciadas no han sido completadas o que la instalación de la valla era solo un parche temporal, insuficiente ante las condiciones meteorológicas habituales en la zona.
Usuarios entre la frustración y la esperanza
Para los amantes del tenis en Vigo, la situación de Samil es un golpe duro. Las instalaciones municipales, ubicadas en un enclave privilegiado junto a la playa, deberían ser un orgullo para la ciudad, un espacio accesible para fomentar el deporte entre jóvenes y adultos. Sin embargo, la realidad que enfrentan los usuarios es bien distinta: pistas inutilizables, reservas limitadas y una sensación de abandono que choca con el discurso oficial. «Esto es una falta de respeto hacia todos los que valoramos el deporte», concluía Arellano en su carta, un sentimiento que hoy resuena con más fuerza.
A pesar de todo, algunos vigueses mantienen la esperanza de que la presión ciudadana y la atención mediática obliguen al Concello a tomar medidas. La reapertura de al menos dos pistas podría ser un primer paso, aunque insuficiente, hacia la recuperación de Samil como complejo deportivo funcional. Lo que está claro es que los usuarios no se conformarán con promesas vacías: exigen hechos concretos y soluciones duraderas.
La situación de las pistas de tenis de Samil plantea preguntas incómodas sobre la gestión de las infraestructuras deportivas en Vigo. ¿Por qué las obras anunciadas no han dado los frutos esperados? ¿Qué medidas se tomarán para garantizar que las ocho pistas restantes sean operativas a corto plazo? Y, más allá de lo inmediato, ¿cuándo se abordará de manera integral el deterioro de un complejo que debería ser un emblema de la ciudad?
Por ahora, el temporal ha hecho más que derribar una valla: ha puesto al descubierto las fisuras de un proyecto que, a día de hoy, no cumple con lo prometido.