El Teatro Cine Fraga, que cerró sus puertas en 2001, no tiene perspectivas de abrirlas de nuevo a corto plazo y el edificio, propiedad de Abanca, continúa sin uso, pese a ser uno de los más emblemáticos de la ciudad, porque la entidad bancaria no ha dado con la tecla para hacer de él una instalación rentable.
Así lo ha reconocido este martes en Vigo el presidente de Abanca, Juan Carlos Escotet: «Me avergüenza un poco no tener solución después del tiempo largo transcurrido», ha asegurado.
Escotet ha afirmado que en la entidad bancaria le han «dado muchas vueltas» y que incluso contrataron a «alguna consultora de las importantes» para que le ayudase a «pensar en posibles alternativas», sin haber encontrado una que permita, como reclama la ciudad, volver a ver tan significativo edificio en todo su esplendor.
Tiene que ser sostenible
«Yo creo, lo he dicho otras veces, que la principal responsabilidad de cualquier proyecto es que sea sostenible, sustentable, y confieso que no hemos sido capaces de dar con él», ha asegurado Escotet, según el cual «hay ahí un par de buenas ideas que se están estudiando que ojalá cumplan con la expectativa».
Escotet se ha expresado en estos términos durante un acto en Vigo para presentar el proyecto de transformación de la sede corporativa del banco en la ciudad, en el que estaba presente el alcalde, Abel Caballero, quien, como ha reconocido, siempre le reclama que dé utilidad al edificio del Teatro Cine Fraga.
«Entendemos el valor emblemático que el Teatro Fraga tiene para la ciudad, y para nosotros, porque tener un edificio tan importante como este sin poder darle un uso, o un uso que tenga justificación, es para nosotros tan valioso como para cualquier vigués, de manera que seguimos empeñados en ello», ha asegurado.
Una larga historia
El Fraga se inauguró en 1948 y ha pasado por muchas vicisitudes en su larga historia. Los vigueses tenían la esperanza de verlo renacer en 2009, después de que fuese renovado con un proyecto del arquitecto César Portela, pero nada ha sucedido en este tiempo, salvo despertar la indignación de muchos vigueses.
El pasado mayo, el BNG propuso convertirlo en un teatro municipal para que «Vigo vuelva a referenciarse como vanguardia en la creación cultural dejando atrás las políticas que han desertizado la cultura en nuestra ciudad», pero su propuesta cayó en saco roto.
A la espera de que en la sede de Abanca vean la luz, de momento, este edifico histórico situado entre las calles Uruguay e Isabel II continuará cerrado al público, por muy desaprovechado que esté.