“La sensación que estamos teniendo en algunos centros es de que si aparece algún caso estamos haciendo mal el trabajo, quizás porque la primera reacción de familiares y otras personas ajenas al centro es culpabilizar. Después supongo que la gente reflexiona y rectifica”.
Así empieza la conversación con Marta (nombre ficticio, ya que prefiere ocultar el suyo porque “no quiero protagonismos”), una trabajadora de un centro de mayores de Vigo. Las residencias del área sanitaria son los lugares en los que el Covid-19 se ha ensañado con más dureza, hasta el punto de que la Xunta ha intervenido las de Domusvi en Barreiro y Aldán.
A día de hoy, hay 318 positivos, entre usuarios y trabajadores de los centros ubicados en el área viguesa (en Galicia hay un total de 826 casos), y ya han fallecido once internos. “Para nosotros que los vemos a diario está siendo muy duro. Aplicamos mucho esfuerzo y dedicación, todos acabamos agotados física y mentalmente. Pero no nos importa porque para nosotros los ancianos son parte de nuestra familia. La implicación de todo el personal está siendo máxima”, asegura Marta.
“Nuestros abuelos están en peligro y si entra el virus sabemos que van a morir»
“También los que cuidan necesitan consideración en los medios. Estamos en primera fila y tenemos muy poquito apoyo. Trabajamos con pocos recursos”, lamenta. “Tenemos una serie de pautas marcadas pero gran parte del trabajo lo desarrollamos adaptándonos a la situación excepcional que vivimos realizando el trabajo aplicando nuestra experiencia y profesionalidad”, comenta cansada pero orgullosa.
Desde el inicio de la crisis sanitaria en España, este tipo de instalaciones fueron las más afectadas. En Madrid se localizó en algún caso fallecidos en residencias abandonadas y afloraron las malas condiciones de trabajo en muchas compañías del sector. “Sabemos que las críticas son a nuestras empresas y no a nuestro trabajo, pero como formas parte de ellas, tenemos esa mala sensación personal y la impotencia de no poder hacer más”, añade con resignación.
Marta afirma que discrepa en muchas cosas con la política de la empresa. “En el cuidado de mayores debe primar el bien social, es algo vocacional, no debería existir un interés por enriquecerse”, destaca.
“Como en todas partes hay buenos y malos trabajadores, pero generalmente la gente del área social es humana»
Sobre la calidad de los profesionales de su sector, apunta que “como en todas partes hay buenos y malos trabajadores, pero generalmente la gente del área social es humana y está dispuesta hasta arriesgar su salud para cuidar”. No esconde tampoco el miedo que atenaza a los empleados. “Es humano, hay gente que lo tiene a pesar de ser buenas profesionales, por su salud, porque tienen niños o personas a su cargo también en su casa. Que pidan una baja por ansiedad o por otras causas no significa que sean malas profesionales. No es obligatorio ser valiente siempre, a veces es un imposible para algunas y se sienten mal por ello”, argumenta Marta.
Se despide con el deseo que “esta pesadilla termine” y no se olvida de los que verdaderamente están sufriendo esta pandemia mortal. “Nuestros abuelos están en peligro y cuando entra el virus sabemos que algunos van a morir. Son personas para nosotros muy muy cercanas, nos pasamos todo el día con ellos, les vemos más que a nuestra familia. Tenemos miedo, pero no sólo el nuestro, sino el de perderlos a ellos, que son población diana”.