Un 17 de marzo de 1971 abría sus puertas la carnicería Avión en la calle Camelias número 40 de Vigo. 51 años después los dueños, dos hermanos procedentes del famoso municipio ourensano –“De Avión no es cualquiera”, resalta el fundador”, han decidido jubilarse y traspasar el negocio a su empleado de confianza.
“Si el chico lo trabaja el negocio funciona”, destaca Manuel González, de 70 años. Manuel fue el primero en llegar a la carnicería cuando su padre, que era tratante de ganado, se hizo cargo del traspaso en 1971 por 300.000 pesetas, toda una fortuna de aquella.
Manuel recuerda que estuvo los primeros cinco años solo (con 18 años) al frente del establecimiento porque su padre ya tenía que hacerse cargo de otros negocios –también tenía una carnicería en la avenida del Aeropuerto- y su hermano Alejandro estaba haciendo el servicio militar.
El negocio se fue consolidando poco a poco gracias al trabajo duro de los hermanos y a un producto de calidad que les ha llevado a mantener la rentabilidad medio siglo. Rubia galega de pastoreo libre, cordero, embutidos ibéricos, pollos caseros, jamón y sobre todo una muy buena atención al público, componen la receta para la estabilidad del negocio.
“Clientela selecta”
Manuel González Rodríguez está oficialmente jubilado desde el 1 de julio y aún le cuesta hacerse a la idea. “Lo que peor llevo es dejar el trato con la clientela”, asegura, calificando a sus compradores como “clientela selecta”. “Aquí nadie nos preguntaba si había promociones porque la calidad tiene un precio y nosotros siempre garantizamos un producto excelente”, indica.
Cada mañana a las 06.30 horas en la carnicería Avión ya hay tarea: “tenemos que preparar todo para poder atender al público a las 8”. Después descanso a las 14.15 h para limpiar y comer y volver a abrir a las 16.30 horas hasta más allá de las 21.15 horas. “Los domingos también nos levantábamos a las 5 de la mañana para llegar a las ferias de Lugo o Lalín a comprar”, explica Manuel. Hasta Sobrado dos Monxes acudían a comprar una exquisita tetilla con leche cruda que su selecta clientela siempre apreció. “Hoy en día la gente parece que ya no quiere sacrificio”, dice.
Colaborando desde 2018
Desde el lunes se encuentra al frente del negocio Enrique Torres, que llevaba desde hace cinco años colaborando en períodos concretos con los hermanos González Rodríguez.
Torres afronta con ilusión el reto de mantener un negocio ya histórico en Vigo y se muestra impresionado del cariño mostrado por la clientela hacia los hermanos fundadores. “Estoy muy contento de poder seguir algo que lleva más de 50 años aquí. Hasta el último día pudimos ver el aprecio de los clientes. No sólo son empresarios sino que dejaron huella en la ciudad de Vigo”, asegura.
El establecimiento ofreció un pincho de despedida para los clientes el pasado fin de semana y fueron muchos los que quisieron mostrar su cariño a los empresarios. “Cada cliente se despedía casi con una lágrima y eso impacta”, recuerda Enrique.
El nuevo responsable del negocio dice que quiere darle continuidad a la forma de trabajar de los hermanos González Rodríguez. “Próximamente iré a Lugo a por las tetillas y el unto. Queremos mantener la calidad del producto”, indica.
Natural de Ecuador, Enrique ya lleva 20 años en Vigo, por lo que se siente un poco de los dos sitios. El joven empresario afronta su nuevo cometido con la tranquilidad de que puede contar con la ayuda de sus exjefes cuando lo necesite. “Hasta el último minuto estuve preguntando dudas y a día de hoy sigo consultando cuando tengo alguna pregunta”, explica. Pero tiene claro que lo más importante es cuidar la materia prima y el trato personal. “Un cliente satisfecho es un cliente que vuelve”, sentencia.