La asociación de vecinos de San Miguel de Oia acaba de denunciar ante la Dirección General de Costas del Estado las obras realizadas por un particular en la popularmente conocida como la Carretera Cortada, que ha construido un acceso privado a la playa de Fuchiños.
Fueron los propios vecinos y usuarios de este arenal, ubicado en la parroquia de San Miguel de Oia, los que alertaron de la construcción de una pasarela de hormigón que comunica el portal de una vivienda con la playa e incluso de la instalación de unas escaleras hasta la arena.
«Desde esta Asociación Vecinal, queremos poner en conocimiento del Servicio de Inspección de Costas del Estado, las obras que un particular está llevando a cabo en las últimas semanas, en el mencionado arenal, que a nuestro entender, invaden claramente la zona de servidumbre de tránsito peatonal según artículo 27 de la ley 22/1998 del 28 de julio (ley de Costas)», señala el escrito presentado este mes de agosto por la entidad.
En su escrito de reclamación, la asociación recuerda que son muchas las propiedades en esta calle que cuentan con acceso privado al arenal, incumpliendo históricamente este requisito de la ley de Costas, por lo que lamenta que todavía hoy en día sigan manteniéndose los «privilegios» de los vecinos de estas calles del barrio de Canido, Arquitecto Gómez Román y Arquitecto Antonio Cominges, dos de las más caras de Vigo en cuanto al precio de las viviendas.
En su escrito, la asociación de vecinos exige al Servicio de Inspección de Costas del Estado que compruebe dicha actuación y que se abra el correspondiente expediente sancionador y de reposición de la legalidad.
«La impunidad y la presión urbanística en esta zona de la costa es insoportable», lamenta Ángel Goberna, presidente de la asociación.
Como ejemplo de la impunidad de la «gente poderosa» que opera en esta zona, el presidente de la asociación hace referencia a la reciente construcción de varios bloques de apartamentos en el paseo de Canido, completamente fuera de contexto en cuanto al entorno en el que se ubican. «Y por el contrario, a los propietarios de la antigua fábrica de conservas, Canimar, les obligan a mantener la antigua fachada y no solo eso, sino también a retranquearla, por lo que para ellos hay muchas más trabas», subraya para denunciar la doble vara de medir a la que se enfrentan los distintos propietarios de parcelas separadas por apenas unas decenas de metros.
«La fachada de la antigua conservera es un elemento patrimonial a conservar, pero, aunque los nuevos apartamentos partiesen de cero, ¿no se les debería exigir un mínimo de armonía con el entorno marinero en el que se han construido?», se pregunta el presidente de la asociación de vecinos.