Se cumplieron esta semana 216 meses, o lo que es lo mismo, 18 años y dos meses, desde que la prensa local de Vigo publicó que la entonces alcaldesa, Corina Porro, había remitido al presidente de la Xunta de Galicia, entonces el socialista Emilio Pérez Touriño, un informe con las necesidades más acuciantes de la ciudad que necesitaban de la intervención del Gobierno central, presidido entonces por José Luis Rodríguez Zapatero. Se trataba de un informe con 42 puntos y, entre ellos, Porro solicitaba para Vigo una Biblioteca del Estado, tres palabras con las que no hay vigués que no esté hoy más que familiarizado.
Por ponerlo en perspectiva: aquello sucedió en 2005, año en el que YouTube apareció en nuestras vidas, Rafael Nadal ganó su primer Roland Garros, falleció el Papa Juan Pablo II, Leo Messi marcó su primer gol con el primer equipo del F.C. Barcelona y el iPhone no era más que una idea en la cabeza de Steve Jobs.
A lo largo de todo este tiempo, los vigueses se han cruzado con las palabras ‘Biblioteca del Estado’ impresas en los titulares de la prensa en incontables ocasiones, mientras les ha dado tiempo a ver a sus hijos comenzar a afeitarse ante al espejo, irse y volver de la universidad, pasar por la vicaría y hasta darles nietos.
Y entre tanto, igual que el dinosaurio del cuento de Augusto Monterroso, la Biblioteca del Estado continúa ahí, inmutable como las leyes de la naturaleza o las ideas de Platón.
Últimas noticias
La última vez que tuvimos noticia de la Biblioteca del Estado, la cual es de suponer que algún día se acabará construyendo en Vigo, fue el pasado 26 de julio, cuando la dirección general de Patrimonio Cultural, dependiente de la Consellería de Cultura, Educación, FP y Universidades de la Xunta de Galicia, informó favorablemente al Ayuntamiento de Vigo sobre el plan presentado para su construcción en la calle Lalín.
Un par de meses antes, en mayo, el ministro de Cultura, Miquel Iceta, se reunió con el alcalde, Abel Caballero, en el Concello de Vigo, donde dijo que la Biblioteca del Estado es una “deuda” pendiente con la ciudad, aunque advirtió: “No va a ser mañana” cuando se salde.
Iceta, entre otras cosas, dijo también que, aunque el Ayuntamiento de Vigo había hecho sus deberes tramitando la recalificación del suelo, todavía “no hay un presupuesto cerrado”, el cual se fijará cuando haya una proyecto, y aventuró una previsión: que las obras se ejecuten “en dos o tres años”. Si se cumplen esos plazos tal vez sea posible que para entonces Messi aún siga jugando al fútbol.
La Biblioteca del Estado que en 2005 reclamó Porro era una demanda que llevaba años orbitando Vigo y la respuesta del Ministerio de Cultura llegó en 2006 de la mano de quien entonces era su titular: Carmen Calvo, la cual desechó la propuesta con el argumento de que este tipo de infraestructuras pertenecen a las capitales de provincia, obviando que ciudades como Gijón, Mahón, Mérida, Orihuela y Santiago de Compostela ya contaban con una.
Primera promesa
En 2007, Abel Caballero se convirtió en alcalde de Vigo e hizo de la Biblioteca del Estado una suerte de cruzada personal. Pocos meses después, ahora sí, llegó una promesa en firme. Salió de la boca de César Antonio Molina, el nuevo ministro de Cultura, y se adelantaron entonces unas primeras cifras estimadas por el ministerio que no tardarían mucho en convertirse en agua de borrajas: la biblioteca costaría unos dos millones de euros anuales, tendría 35 empleados y recibiría unos 300.000 usuarios por año.
Tras César Antonio Molina, la cartera de Cultura ha pertenecido sucesivamente a Ángeles González-Sinde, José Ignacio Wert, Íñigo Méndez de Vigo, Maxim Huerta, José Guirao, José Manuel Rodríguez Uribes y Miquel Iceta.
Durante todo este tiempo (2007-2023), a los vigueses se les ha dicho que la Biblioteca del Estado se iba a construir en el antiguo colegio Clunny, en la Gran Vía, donde ahora hay una residencia para personas mayores; en Plaza do Rei, en la Escuela de Artes y Oficios, en el Auditorio Mar de Vigo, en Navia, en la Panificadora, en la actual ubicación de la Ciudad de la Justicia, en la rúa Lalín, de nuevo en la Panificadora y, finalmente, otra vez en la calle Lalín.
Por el camino, infografías, anuncios, cambios urbanísticos y el sempiterno enfrentamiento con la Xunta de Galicia, a la que Caballero ha acusado repetidamente de «poner zancadillas» a Vigo, de no querer la biblioteca y de conspirar para que no se construya. La Xunta, por su parte, se jacta de que haber conseguido que finalmente vaya a tener 8.000 metros cuadrados y cuatro plantas y no los «inaceptables» 4.000-4.500 metros cuadrados que en su momento ofreció el Ministerio de Cultura.
La gran pregunta
De todo esto ha ido teniendo puntual noticia la ciudadanía de Vigo, pero la pregunta que sigue sin respuesta es: ¿cuándo podrán disfrutar los vigueses de la tan traída Biblioteca el Estado?
Por delante quedan unos cuantos pasos: licitación del proyecto, adjudicación, licitación de las obras, contratación y, finalmente, su construcción. Si se cumplen las previsiones de Miquel Iceta, habrán pasado al menos 20 años desde que los vigueses se ilusionaron con la posibilidad de disponer de una Biblioteca del Estado, como tienen las cuatro capitales de provincia gallegas y Santiago de Compostela. Ahora bien, si Roma no se construyó en un día, no parece que haya razón para que Vigo sí.