Tito se levanta de madrugada, como cada jornada, fiel a su cita con el deporte en Castrelos. Cada día a las 05.30 horas corre una hora y media, se ducha y luego acude puntual para abrir la tienda que un día hace 74 años fundó su madre Adelina Álvarez.
A sus 66 años Tito ha decidido jubilarse, junto a su mujer Marisa, y poner fin a una tienda histórica de Vigo, situada en Pi y Margall 59, que cerrará sus puertas el próximo 15 de marzo. Tito no siente nostalgia ni pena. Está satisfecho con el trabajo realizado durante 52 años sin ninguna baja por enfermedad. “Estoy alegre de haber llegado a la jubilación”, dice. Además, la tienda sigue siendo rentable y es posible que otras personas interesadas le den una nueva vida al negocio. Pero esa será ya otra historia.
Adelina Álvarez fue toda una emprendedora en aquella Galicia de posguerra que abrió su propia tienda de alimentación en el año 1949. Mientras su marido se ganaba la vida como transportista, repartiendo alimentos en carro de caballos para Conservas Ribas o las tiendas de venta al por mayor (los conocidos como “coloniales”), Adelina surtía en un principio carbón y madera para la calefacción de los vecinos. Poco a poco la oferta se incrementó con los embutidos y el cerdo casero llegado directamente de la zona de Sober, en Lugo (de donde procedía ella). Y los clientes iban creciendo.
En Adelina hacían parada los trabajadores de los astilleros a tomar un chupito de aguardiente o licor café, a primera hora, antes de entrar a trabajar en los años 50 o 60. Y en Adelina reponían fuerzas también los clientes del desaparecido gimnasio Joe, que se tomaban su litro de leche directamente de la botella de cristal en los años 70.
Nació en el propio local
Tito conoce esta tienda de toda la vida, en el sentido más literal, puesto que nació allí mismo. En aquella época (años 50) los bajos también eran viviendas y en el local tenían las habitaciones para dormir. “Aquí nací yo y empecé a andar entre la mercancía, jugando con los botes, latas o botellas”, explica el responsable de la tienda.
Era la época en la que el aceite venía en barriles de 50 litros. Encima de cada barril había un medidor para surtir a los clientes lo que quisieran llevar: medio litro, un cuarto… “La gente traía sus propios recipientes”, indica Tito. Es el caso de la harina, los garbanzos o las lentejas, que también se vendían a granel. Algunos aún recordarán marcas específicas de la época, como la Lejía “El Toro”, que venía en botellas de cristal.
Entonces los clientes pagaban por mes o cada 15 días. Todo se apuntaba en la libreta y cuando tenían el dinero venían y saldaban sus cuentas. Con catorce años Tito dejó los estudios y se incorporó a trabajar plenamente en la tienda. Era el año 1970.
El tiempo fue pasando y con la llegada de la democracia todo cambió. En Vigo, en los los 80, en la tienda de Adelina se fue dejando de fiar, llegaron los hipermercados y supermercados y fueron cerrando muchas tiendas locales. En la zona de Adelina había otras tiendas como Alimentación Ramón, Pepiño, La Aldea o una charcutería llamada Embutidos Lucense. Pero todas ellas bajaron las persianas hace ya décadas.
Clientes desde los años 50
La tienda de Adelina Álvarez se ha mantenido rentable estos años en la calle Pi y Margall de Vigo proporcionando siempre alimentos de calidad en conservas, frutas o verduras. Además ofrecen también pequeños tesoros difíciles de encontrar en grandes superficies como la miel pura de la Serra do Suído o la bica de castañas de Allariz.
Y como testigos de la evolución de estos años el establecimiento conserva clientes desde los años 50. Es el caso de Carlos Valterra y Sara, que con más de 90 años siguen bajando a comprar a su tienda de confianza, la de toda la vida.