Una albañil, otra palista, una tercera fontanera y la cuarta se dedica a realizar trabajos verticales. Son solamente cuatro ejemplos de mujeres que han preferido «arriesgar» y meterse de lleno en un mundo laboral que, tradicionalmente, siempre ha sido de hombres pero que «poco a poco» está cambiando.
Y lo más curioso es que la mayoría de ellas proceden de sectores que, también tradicionalmente y a causa de imposiciones sociales, siempre han estado vinculados a las mujeres.
El mundo de la estética, la peluquería y las tiendas de moda fueron sus inicios e, incluso, sus primeras opciones en formación pero, con el tiempo, se dieron cuenta de que había más oportunidades profesionales que, además, tenían mejores condiciones laborales, tanto económicas como en cuestión de horarios.
Así, Pilar, Sehila, Myriam y Maruxa son cuatro «pioneras» -alguna con más años y, por ende, mayor experiencia- que animan a todas las mujeres que quieran hacer carrera profesional en un sector «desconocido» y con «falsos mitos» a que prueben en un trabajo que les aporta «gratificación» y en el que se sienten «orgullosas».
Reconocen que puede ser «duro» pero que, como en todos los sectores, el resultado del trabajo bien hecho merece la pena. «Los límites nos los ponemos nosotras», resume Myriam.
Para ellas ha sido su elección y «reto personal» y ya no quieren bajarse del carro de un sector todavía masculinizado pero que es «muy amplio» y en el que la formación y «reciclarse» es clave. Estas son sus historias.
Pilar Costas, albañil: «Te sientes súper orgullosa porque dices ´Eso lo hice yo´»
Con tan solo 26 años, Pilar ya tiene las cosas muy claras en lo que respecta a su presente y futuro laboral. Y pasa por la construcción y por ser albañil, aunque no se fija metas explicando que, quizá, el mundo de la soldadura pueda ser otra alternativa.
Sin embargo, esta joven viguesa que actualmente está acabando su curso formativo en la Fundación Laboral de la Construcción, lo que le permite además hacer trabajo a pie de calle con la empresa Prace, ha tenido unos inicios exitosos.
Estudió un ciclo medio de peluquería. No conseguía trabajo y estando ya en «modo desesperación», le surgió participar en un curso formativo de albañilería a través de Cruz Roja. Era el verano del año 2022 y se dijo a sí misma: «Voy a probar. Si me gusta, bien y, si no, también», explica. Y sigue: «Era un sector que siempre me llamó la atención» por los hombres de su familia.
Quiso salir de su «zona de confort» y reconoce que, al final «me enamoré» del oficio ya que, desde principios del verano pasado, a través del curso que actualmente realiza en la Fundación Laboral, tuvo la oportunidad de trabajar en una de las empresas de construcción que forma parte de estos programas.
«Quería cambiar de aires, arriesgué y me salió bien», cuenta, siendo muy consciente de la gran oportunidad laboral que tiene por delante debido a la falta de mano de obra actual que sufre el sector. «Ahora las empresas están buscando personal porque en 10-20 años habrá muchas jubilaciones», relata.
De este modo, intenta animar a sus amigas a que la sigan en este camino pero todavía le cuesta convencerlas: «Les echa para atrás estar al aire libre, la lluvia, el viento, el calor… pero es como todo: tiene sus cosas buenas y sus cosas malas».
Y para ella, las buenas ganan, sobre todo al vivir el proceso de construcción y observar el resultado final de su trabajo como albañil. «No es un trabajo fácil. Es duro pero es muy reconfortante ver el resultado. Desde los inicios, el trascurso y el final. Es súper gratificante y te sientes súper orgullosa porque dices ´Eso lo hice yo´», señala. «Es una sensación difícil de explicar», dice, sin ponerse límites señalando que este oficio le permite muchas más posibilidades a nivel personal: «Podría construir mi propia casa. Sé los materiales que tengo que conseguir y todo lo necesario», asegura.
Así, el curso formativo lo acaba en mayo pero el contrato laboral lo tiene hasta el verano y cree que el desconocimiento del sector hace que las mujeres no se acerquen a este mundo: «Antes había albañiles que estaban 12 horas a pico y pala por un salario muy escaso pero ahora, por suerte, eso ya cambió y las condiciones son mejores», aclara, matizando que todavía hay «cosas por mejorar pero nada que ver con lo de antes», concluyendo que le gustaría quedarse en la actual empresa en la que está trabajando.
Sehila Lozano, palista: «Hay un puesto para cada una de nosotras en el sector de la construcción»
Es una de las mujeres de la construcción más veteranas y respetadas. Con 40 años, esta ourensana nacida en Vilar de Barrio pero viguesa de adopción, lleva dedicada a este sector la mitad de su vida, siendo ya la segunda generación en su familia y teniendo ya su propia empresa de canalizaciones de telecomunicaciones y mantenimiento de infraestructura en obra civil. Esto la ha llevado, además, a ser la presidenta de la Asociación de instaladores de telecomunicaciones del territorio nacional(Anitelco) desde hace un año.
Y no se queda ahí porque también forma a palistas en la Fundación Laboral de la Construcción en los cursos de excavadoras y retroexcavadoras porque, realmente, ella se considera palista.
Sin embargo, sus primeros trabajos en el mundo laboral fueron como dependienta en varias tiendas de moda de Vigo aunque vivía la construcción muy de cerca por el negocio familiar. «Llevo 20 años pero lo veía desde fuera porque era la empresa de mi padre», cuenta, explicando que empezó con él tras ofrecerle un puesto en la empresa.
Empezó directamente en la obra y, en su primer día, ya estaba dirigiendo el tráfico. Y el siguiente «ya daba servicio a los oficiales de la obra como peón», apunta sobre su trabajo en la empresa familiar. «Mi padre me dijo que ya estaba preparada, me lo pensé y empecé hace 20 años», explica esta mujer que, desde el año 2013, optó por montarse su propia empresa y hacerse su hueco en un mundo de hombres en el que, reconoce, cuenta con la «total aceptación» y «respeto» de sus compañeros de sector.
Considera que los inicios fueron duros pero que los antiguos mitos que puedan seguir existiendo alrededor de este mundo «están desapareciendo». Por su experiencia, considera que las mujeres «somos más independientes» y que ya no es tan extraño ver mujeres en las obras.
«Siempre hay algún maleducado pero como mujer me he ganado mi espacio«, explica, dejando de lado la vieja leyenda de que las mujeres no pueden estar en este sector por una cuestión de fuerza. «A veces vale más la maña que la fuerza», asegura Sehila.
Sí cree que es un sector todavía «estigmatizado» pero con oportunidades profesionales muy extensas: «Hay muchas mujeres. No en construcción pura pero sí para reparaciones, pintoras, empalmadoras de fibra, ingeniería, encargas de obra…», enumera, dejando muy claro que en el sector «hay un puesto para cada una de nosotras». «Esta frase la uso siempre en mis formaciones», dice, animando así a todas las mujeres a probar en un sector «desconocido».
Y tiene claro que estudiar y aprender el oficio es indispensable pero que con «esfuerzo y perseverancia» los resultados dentro de este sector son muy «gratificantes».
Myriam Pérez, fontanera: «Los trabajos no tienen género»
Culpa a su hijo de tener su profesión actual como fontanera pero lo cierto es que Myriam Pérez lleva toda su vida alrededor del mundo de la construcción, empezando por su formación y experiencia previa.
Es delineante industrial y trabajó durante años como comercial en una empresa de seguridad industrial. «Siempre fui a contracorriente. Se esperaba que fuéramos a Administración o Enfermería», relata, pero ella decidió otro rumbo para su vida laboral.
Llegó a tener, incluso, una pequeña empresa de reparaciones y albañilería pero no salió bien y tras ese «fracaso empresarial», en el año 2021, le surgió la oportunidad de empezar a trabajar como fontanera. «Estaba con el paro y mi hijo me dijo si me interesaba entrar como fontanera reparadora para un seguro a través de una subcontrata. Ya hacía reparaciones generales y algo de fontanería sabía pero no me consideraba fontanera», cuenta. Sin embargo, sigue, «me dijeron que probase y empecé así», explica.
Y desde ese momento, hasta ahora, sigue trabajando para el seguro ampliando también sus trabajos para particulares como autónoma a través de su empresa 4P Fontanería. Se centra en reparaciones pequeñas pero también se decanta por la especialización y formación ofreciendo servicios «novedosos e interesantes», como es el caso del resinado de bajantes «para crecer y estar en obras grandes».
Sin embargo, opta por trabajos «que nadie te hace» cogiendo así «lo que los grandes no quieren». De este modo, consigue una confianza con sus clientes que pocos tienen, tanto para hombres como para mujeres.
Es más, señala que al principio la sorpresa de que apareciese una mujer fontanera en las casas de los clientes era evidente llegando, incluso en alguna ocasión, «a que me cerraban la puerta. Pero ahora no me pasa». Y explica que en fontanería es «donde menos» notó el machismo pero sí reconoce que en su momento «no se alegraban» cuando la veían llegar.
Por suerte, esta situación cambió y ahora, incluso, tiene casos «especiales y exigentes» donde la prefieren a ella. «Hay un impacto inicial pero ahora las mujeres están encantadas», cuenta.
En este sentido se considera una «luchadora» y tiene muy claro que «los trabajos no tienen género, el género se lo ponemos nosotras», expresa. Anima así a todas las mujeres a seguir el camino profesional que mejor consideren sin descartar los más duros, como todo lo que implica el sector de la construcción. «Es un trabajo duro pero no hacemos lo que no queremos», asevera, sosteniendo claramente que «los límites nos los ponemos nosotras».
De todos modos es muy consciente que, quizá, el trabajo que tiene que hacer una mujer para crecer profesionalmente es mayor que el que se le exige a los hombres pero aún así, considera, «te tiene que dar igual». Y sigue: «Está más en nuestra propia mentalidad. Tienes que demostrar tres veces más pero eso hará que tu trabajo sea excelente», finaliza.
Maruxa Barros, trabajos en vertical: «Hay sitio para todas y más»
Tras 20 años dedicada al mundo de la estética, la viguesa Maruxa Barros decidió dar un cambio radical a su vida laboral y a su sector profesional. Dio el salto a la construcción y debido a su afición y formación en espeleología se decantó por los trabajos en vertical, en altura.
Se inició en este mundo en el año 2009 a través de la Fundación Laboral de la Construcción -donde actualmente también es docente- y del programa «Mulleres porque sí» pero «no fue fácil encontrar trabajo hasta el 2018», reconoce. Sin embargo, desde ese momento, «lleva colgada de los arneses» trabajando en altura para una empresa de construcción.
Para ella fue «un reto personal» y, ahora mismo, solo le ve ventajas tanto en horario como en salario «En construcción el horario es mucho mejor y el salario. Te da para vivir y dedicarte a otras cosas», reconoce. Pero no se queda ahí ya que se trata de una profesión «que me encanta y me apasiona», relata.
De todos modos, explica que es un sector que se está especializando mucho y que la formación y «reciclarse» tiene que ser «constante». Ella trabaja en altura pero también «en trabajo de obra civil y a pie de calle, picando, revistiendo paredes…». Las posibilidades son muchas y, aunque reconoce que se trata de un trabajo «duro», al ser un mundo «tan grande», las alternativas de oficios son inmensas.
Es por ello por lo que anima a todas las mujeres a conocer este sector y a iniciarse en él si así lo creen conveniente. «Por supuesto que las animo. Cuantas más, mejor. No queremos ser una rareza ni excepciones y aquí hay sitio para todas y más», asegura.
Como sus compañeras, tiene claro que el «desconocimiento» sobre el sector es lo que provoca que las chicas no se acerquen al mismo. Cree que todavía hay muchos «estereotipos» pero que con la concienciación y dando visibilidad a este mundo esa visión puede cambiar.
La formación que ofrecen desde la Fundación Laboral de la Construcción la considera clave para conseguir este objetivo y, en definitiva, «que pueden ser ellas las que escojan», asevera.
ACP: «En construcción, el que quiere encuentra un empleo»
Y el mundo de la construcción las necesita. En un momento a nivel general en el que el sector pide auxilio por falta de personal y mano de obra cualificada -en los próximos años, solo en Galicia serán necesarias unas 7.000 personas para cubrir puestos vacantes- supone un gran «nicho de mercado».
«En construcción, el que quiere encuentra un empleo», confirma Javier Carballeda, gerente de la Asociación de Constructores de Pontevedra (ACP), señalando que esta oportunidad laboral «es uno de los atractivos» del sector.
Menciona además que está «mejor pagado» que otras familias profesionales y que «está evolucionando». «Es un sector muy desconocido», reconoce sobre este mundo históricamente de hombres. Sin embargo, señala que «progresivamente está cambiando» y que «se está cambiando el chip», incluso, con medidas de conciliación familiar en las empresas.
Es más, en el último convenio laboral del sector ya están incluidas este tipo de iniciativas. «Las empresas son más conscientes», aseguran desde la Fundación Laboral de la Construcción de Galicia, entidad que lleva a cabo cursos formativos y acciones para «concienciar y dar visibilidad» a un sector que necesita mano de obra.
Y aquí entran también las mujeres. Todavía son pocas las que pertenecen al sector –en Galicia está en el 8,5%– y se dedican, sobre todo, a trabajo técnico de oficina y no «a pie de obra».
Administrativas, arquitectas, ingenieras, aparejadoras, responsables de seguridad y salud o, incluso, jefas de obra, forman parte activa del sector y de las obras civiles pero a pie de obra todavía resulta «difícil» ver a mujeres.
«Van entrando pero a pie de obra hay muy pocas», informa Carballeda, quien explica que, aún así, es una situación que «se está revirtiendo» y que en cursos formativos ya asisten más mujeres. «Es un proceso muy lento», asegura, señalando además que «es necesario atraer» a gente joven al sector.
Acciones formativas desde los institutos
Y en este sentido, desde la Fundación Laboral de la Construcción, se está trabajando con programas formativos -en colaboración con la Xunta de Galicia y con entidades privadas- para dar a conocer y explicar las posibilidades laborales del sector con charlas para los alumnos de secundarios de los institutos gallegos.
El programa «Ti elixes» -en convenio con la Consellería de Educación- o «Construíndo en femenino», con La Caixa, tienen como objetivo acercar el sector a los más jóvenes y a las mujeres «para que lo vean como una salida laboral», apuntan desde la Fundación.
Y de estas acciones formativas han salido gran parte de las mujeres que a día de hoy forman parte del sector. «Queremos que caigan los tabúes que existen», explican. Y aquí las propias empresas «se dan cuenta» y «empiezan a impulsar» medidas para que las mujeres se acerquen a la construcción.
Aumento del 4,4% en el sector en Galicia
Poco a poco se va consiguiendo. Es más, se acaba de conocer el dato exacto en Galicia y las mujeres ya representan el 8,5% de las personas ocupadas en construcción en la comunidad, lo que supone un aumento del 4,4% respecto a 2022, con 271 trabajadoras más. Hoy en día trabajan en el sector de la comunidad un total de 6.487 mujeres que suponen el 5,4% del total de mujeres ocupadas en Galicia.
A nivel nacional, en 2023, el número de mujeres afiliadas a la Seguridad Social de la construcción aumentó en 7.500 con respecto al año anterior, lo que supone un total de 154.837 profesionales y una representación del 11,2% en relación al conjunto de personas trabajadoras en el sector, la mayor desde 2015. Así lo indica el informe «Mujeres en el sector de la Construcción 2023», recientemente publicado por el Observatorio Industrial de la Construcción, dependiente de la Fundación Laboral de la Construcción.
El crecimiento del empleo en construcción con respecto a 2022 fue del 3,8%. En el caso de las mujeres, este incremento alcanzó el 5,1%, lo que supone una variación más acentuada que la de los hombres del sector (3,7%), y es incluso más alto que el registrado por las mujeres trabajadoras en el conjunto de la economía (3,5%).