Las rampas mecánicas de la Avenida da Gran Vía de Vigo se han convertido en el nuevo polo de atracción de la ciudad y durante este fin de semana miles de personas se han pasado por las cintas elevadoras. Tras ser inauguradas el pasado jueves, el último proyecto del programa Vigo Vertical ha recibido a un aluvión de curiosos interesados por conocer de primera mano su funcionamiento.
El propio alcalde, Abel Caballero, ha destacado este sábado que las rampas «son el gran nuevo éxito de la ciudad y suponen un éxito estético, arquitectónico y también funcional porque eliminan las pendientes de hasta el 12% que hay en esta calle».
Caballero celebró la «acogida excepcional de las pasarelas por todo el mundo menos por el PP» y lamentó que los «populares» quieran ahora que la infraestructura continué hasta Praza de España «cuando fue la Xunta la que paralizó la actuación, actúan con caradura política, fue Feijóo quien lo impidió».
El regidor socialista prometió que llegarán a esta plaza con la redacción de un nuevo proyecto «porque el anterior lo paró Feijóo para fastidiar esta ciudad». El horario de funcionamiento de las rampas es el mismo que el de los ascensores: de domingo a jueves, de 07.00 a 23.00 horas; los viernes y los sábados, de 07.00 a 24.00 horas.
Cabe recordar que, en cualquier caso, sigue disponible la alternativa clásica, la de subir a pie por la acera y además hacerlo a cubierto de la lluvia y rodeado de vegetación. También apreciando los adornos escultóricos instalados, tomándose un respiro en los bancos disponibles o parándose a ver la pantalla LED gigante que se ha colocado.
Todo ello a lo largo de 210 metros de bulevar, donde se han ubicado 207 árboles, 710 arbustos de interior y numerosas plantas de temporada. Lo que ha desaparecido son los paneles solares que se colocaron durante las obras a modo de prueba.
Esta reforma, que costó 5,1 millones de euros y contó con fondos europeos, ha sido objeto de críticas por su estética y por actuar sobre un bulevar histórico. Por otro lado, también ha tenido defensores que piensan que acabará calando en la ciudadanía, que tiene ahora la posibilidad de acercarse a ver el resultado, probarlo y juzgar con conocimiento de causa.