Los nostálgicos que estos días paseen por las calles del Casco Vello y, más concretamente, por la rúa Perigos, la Praza de Pescadores y la rúa Anguía se encontrarán con una imagen un tanto desoladora.
Y es que ya no queda ni rastro del emblemático bar Edra, sentenciado y con orden de demolición desde el pasado mes de febrero. El visto bueno al derribo se ha certificado y, en estos últimos días, se ha llevado a cabo la ejecución de las obras por parte de los operarios de la empresa Rodiño Obras y Transporte, de Meaño, adjudicataria de los trabajos, por un importe de 13.980 euros.
Y así, el histórico local, punto de encuentro para locales y visitantes de la zona histórica de la ciudad, ya es inexistente, quedando solamente restos de la demolición y una zona balizada a la que se prohíbe el paso y en la que ya se deja entrever el nuevo acceso trasero del Centro de Formación y Empleo del Casco Vello.
A partir de ahora, tendrán que realizarse los sondeos arqueológicos necesarios para pasar, después, a construir la nueva cubierta de acceso al centro formativo. De este modo, el edificio tendrá dos entradas: desde el número 23 de la calle Alta y desde la Praza de Pescadores.
Con todo, lo que sí debe permanecer en la zona -según se contempla en el proyecto- es el árbol que cubre parte de la fachada y de la cubierta del edificio, como así sucede por ahora. Y es que se trata de una glicinea que debe conservarse para que forme parte de la futura urbanización.
El nuevo Centro de Formación y Empleo municipal fue una realidad en noviembre del año 2023 y, desde el Concello de Vigo, se apuntaba a lo «pionero» del inmueble además de resaltar la rehabilitación llevada a cabo en el edificio, con un alto valor patrimonial y que se encontraba en una «situación avanzada de deterioro». La actuación tuvo un coste de 776.360 euros, de los que la Unión Europea invirtió cerca de 508.316 euros.
Mientras, la propietaria del local hostelero y que regentaba el bar, Eva Marcos, fue «desahuciada» e indemnizada por menos de 13.000 euros.
El Edra, con más de 30 años de antigüedad pasó a la historia en abril del pasado año dejando totalmente huérfana una de las placitas más ´enxebre´ y con más encanto del barrio antiguo y sin la «mejor terraza de Vigo», como así definían muchos de sus clientes, que pasaban las noches e, incluso, la madrugada.