La estación de autobuses de Vigo, un punto neurálgico para miles de viajeros que cada día transitan por sus instalaciones, se enfrenta a una problemática que pone en jaque la seguridad de sus usuarios. A diario, numerosos pasajeros optan por entrar y salir de la terminal a través de las puertas reservadas exclusivamente para el acceso y la salida de los autobuses, ignorando las rutas establecidas y los avisos que prohíben esta práctica. Lo que podría parecer una anécdota puntual se ha convertido en una costumbre que compromete tanto la integridad de los propios viajeros como la de quienes cumplen las normas.
Una advertencia desoída desde hace meses
Desde mediados del pasado año, la Xunta de Galicia, entidad responsable de la gestión de la estación, instaló carteles visibles en las zonas de acceso restringido. Estos avisos, que prohíben explícitamente el paso de peatones por las cancillas destinadas a los vehículos, buscaban poner fin a esta práctica peligrosa. Sin embargo, la medida no ha surtido el efecto esperado. Los viajeros continúan haciendo caso omiso de las señales, priorizando la comodidad y la rapidez sobre su propia seguridad y la del resto de usuarios.
El recorrido lógico y seguro para acceder a las dársenas, donde llegan y parten los autobuses, implica descender hasta las taquillas y, desde allí, subir por las escaleras o pasillos habilitados. No obstante, muchos pasajeros prefieren atajar cruzando directamente por las zonas de maniobra de los autobuses, una decisión que, aunque ahorra unos minutos, multiplica los riesgos.
Comodidad a costa de la seguridad
El origen de esta conducta parece estar relacionado con la dinámica propia de la estación. Una parte significativa de los usuarios adquiere sus billetes directamente en el autobús, lo que elimina la necesidad de pasar por las taquillas. Este factor, sumado a la urgencia por llegar a tiempo a los vehículos o salir rápidamente tras un viaje, lleva a los viajeros a optar por el camino más corto, aunque sea el más peligroso. Sin embargo, lo que comenzó como una excepción se ha transformado en la norma, convirtiendo la plaza de la estación en un escenario donde peatones y autobuses conviven en una tensa improvisación.
No se trata de un problema menor ni de un hecho aislado. Día tras día, decenas de personas atraviesan estas zonas restringidas, sorteando vehículos en movimiento y exponiéndose a accidentes que podrían evitarse con un mínimo de disciplina y conciencia colectiva.
La Xunta, ante la necesidad de actuar
La responsabilidad de garantizar la seguridad en la estación de autobuses de Vigo recae directamente en la Xunta de Galicia, que hasta ahora no ha logrado frenar esta práctica. Los carteles, aunque bien intencionados, han demostrado ser insuficientes frente a la falta de cumplimiento por parte de los usuarios. Es evidente que se requieren medidas más contundentes para evitar que esta situación derive en una tragedia.
Entre las posibles soluciones, podrían plantearse barreras físicas que impidan el acceso peatonal a las zonas de circulación de autobuses, así como una mayor presencia de personal de seguridad que supervise y dirija el flujo de viajeros. Además, sería conveniente, algún tipo de campaña de sensibilización que apelen a la responsabilidad individual.
Un cambio urgente para evitar lo irreparable
La estación de autobuses de Vigo es un espacio vital para la movilidad de la ciudad y de toda la región, pero su funcionamiento no puede depender de la buena suerte ni de la improvisación. Cada día que pasa sin una solución efectiva aumenta el riesgo de que ocurra un incidente grave, ya sea un atropello o una colisión que podría haberse prevenido. La comodidad de unos pocos no puede seguir poniendo en peligro la seguridad de todos.
La Xunta, hasta el momento, no ha adoptado por ahora medidas adicionales encaminadas a devolver el orden y la seguridad de la terminal. Los viajeros, por su parte, deben asumir que el respeto por las normas no es una opción, sino una necesidad. Solo así se podrá garantizar que la estación de autobuses de Vigo sea un lugar eficiente y, sobre todo, seguro para quienes la utilizan.