“Agricultores dejad el trabajo que el Primero de Mayo llegó. Festejad este día de gloria que al tirano cacique se venció. Sea siempre la agricultura fuerte lazo de unión y paz…”. Con estas palabras comienza la canción que Florentino González, vigués de 88 años, entona cada Primero de Mayo “desde siempre” en el Cementerio Municipal de Teis.
Quizás no es lo más habitual ir al cementerio para celebrar el Día del Trabajo pero Florentino lleva haciéndolo toda su vida cumpliendo con una tradición familiar que le viene desde sus abuelos, según recuerda, y tiene muy claro que lo seguirá haciendo “mientras pueda”.
Bien sea solo o acompañado de su mujer, Carmen Collazo, González acude puntualmente cada Primero de Mayo por la mañana, deja flores tanto en la tumba de su madre, Consuelo, como de su primo, Delmiro Montenegro, y acto seguido les canta la canción con solemnidad y discreción, en lo que supone su particular homenaje a la clase trabajadora a la que pertenecía su madre y a la ayuda para encontrar trabajo que le prestó su primo a mediados del pasado siglo XX.
Por una parte, Florentino quiere rendir homenaje a su madre, trabajadora incansable que vendía en el mercado del Progreso los productos que cultivaba en su huerta. Y por otra, agradece también a su primo la oportunidad que le dio cuando, siendo muy joven, lo convenció para que estudiase una maestría en Pontevedra y así pudo ganarse la vida como profesor de FP.
Ya el padre de Florentino, Constante, fue un precursor en esto de conmemorar el Día del Trabajador y, tal y como indica orgulloso Florentino, ya hacía huelga el 1 de mayo en el almacén de vinos de la calle Oporto donde trabajaba mucho antes de que se legalizase el día como festivo en España, algo que no sucedería hasta 1978.
Para esta familia de Teis el 1º de mayo es una de esas fechas señaladas en el calendario como la Navidad, para reunirse y celebrar a lo grande. “En mi casa siempre lo hemos festejado como un día muy especial. Para el Primero de Mayo se ahorraba y se ponía marisco para celebrar los derechos de los trabajadores”, explica Estela González Collazo, hija de Florentino y Carmen. Estela explica que todos los años escucha la canción, ya sea en persona o por teléfono. “Si estoy fuera mi padre me llama y me la canta, no falla”, asegura.
Aunque la memoria es frágil y la canción ha ido sufriendo alguna variación a lo largo de los años, tanto su contenido como su melodía es muy reconocible para todos los miembros de esta familia, que cada año mantienen vivo el recuerdo de sus seres queridos ausentes y homenajean a la clase trabajadora y los derechos conseguidos gracias a la Revuelta de Chicago (1886) cantando el himno que termina así: “Que viva el proletariado, que viva la unión y juntos haremos la revolución. ¡Viva el Primero de Mayo!”.