El edificio del número 37 de la calle Elduayen envuelve un sinfín de reclamaciones vecinales, trámites administrativos y requerimientos urbanísticos por incumplir sistemáticamente la ley. Hasta el punto de haberlo precintado el pasado mes de octubre.
Hasta este miércoles, cuando se levantó el precinto tras la presentación de un informe técnico por parte de la propiedad, que busca realizar las reparaciones «necesarias y urgentes» en el inmueble y ejecutar obras de impermeabilización ya que el estado actual en el que se encuentra el edificio está provocando filtraciones de agua hacia los edificios vecinos pero, sobre todo, hacia la fachada posterior de la parcela, que da a la calle Ferrería y se encuentra completamente tapiada con un tablón de madera y, previamente, con una lona que acabó arrancad tras las borrascas de las pasadas semanas.
Lo cierto es que la polémica alrededor de este edificio -catalogado con un valor arquitectónico medio pero urbanístico alto, según la ficha del Pepri- ya viene de largo. Y es que los expedientes municipales desvelan que se le había dado permiso -ya antes de la pandemia- para ejecutar obras que evitasen la ruina del mismo.
Sin embargo, a raíz de esta orden de ejecución se llevó a cabo una reforma prácticamente integral del inmueble con el fin de destinarlo a usos turísticos, como así confirman los vecinos de la zona y así se desprende de las múltiples notificaciones urbanísticas que proceden de la Gerencia de Urbanismo de Vigo.
De hecho, tras tener conocimiento de dichos trabajos, Urbanismo ordenó la suspensión de las obras en marzo de 2024 realizando varias inspecciones por parte de los técnicos municipales en los meses de verano hasta el punto de solicitar el cambio de cerradura y, finalmente, el precinto del edificio en el mes de octubre, con una entrada previa de la Policía Local en el mes de septiembre, fecha en la que, nuevamente, «se ordena el precinto de las obras que se están ejecutando en la edificación», según reza la documentación urbanística.
Así, tras requerimientos e intercambios de escritos entre la propiedad y Urbanismo, el edificio se mantuvo precintado hasta el día de hoy, llevándose a cabo un desprecinto temporal en el mes de noviembre para que los técnicos municipales y los del Consorcio Casco Vello de Vigo (CCVV) pudiesen entrar y realizar el protocolo de grietas, necesario para iniciar la obra en el edificio vecino del número 39 de la misma calle, ya en plena ejecución a cargo de la empresa Prace.
Obras de impermeabilización
Con todo, y para solucionar los problemas de filtraciones de agua, que incluso afectaron en gran medida a la propia calle Ferrería -donde caía agua de forma permanente a través de la lona y los tablones de madera que tapian la parcela- a finales del mes de enero, Urbanismo da el visto bueno a un informe técnico encargado al arquitecto Pedro de la Puente -en nombre de la propiedad- para llevar a cabo el desprecinto y acceder al edificio para realizar dichas reparaciones ya que, como confirmó el propio arquitecto a VIGOÉ, «está restaurado pero tiene puntos que no se terminó de sellar bien», señaló.
Y este miércoles, una empresa de reparaciones entraba en el inmueble para llevar a cabo las obras tras un desprecinto que tuvo lugar por parte de la Policía Local de Vigo sobre las 9:10 horas de este miércoles.
Despliegue en el mes de octubre
Con todo, la polémica que envuelve este edificio ya vivió un episodio anterior con el primer precinto el pasado mes de octubre que llamó la atención de vecinos y viandantes.
En esa ocasión se produjo un despliegue policial y de técnicos municipales para poder ejecutar el precinto tras los múltiples avisos a la propietaria -hechos desde el departamento de Urbanismo- por haber realizado «obras sin licencia» para destinar el inmueble a pisos turísticos. “Se reiteró a la propiedad la paralización de la obra sin éxito”, señalaron en aquel momento desde el Concello.