La batalla del 28-M para Vigo se llama Deputación de Pontevedra y se librará, fundamentalmente, en todas las mesas electorales de los distritos del municipio. Con la Ley D’Hont teniendo la última palabra para testimoniar la continuidad de la izquierda en el pazo provincial de la avenida de Montero Ríos o, por el contrario, el retorno de la derecha tras ocho años de larga travesía por el desierto, en juego estará un goloso presupuesto en inversiones que en décadas anteriores se infravaloraba en Vigo. Errores del pasado que en las filas socialistas supo rectificar Abel Caballero.
Antes de abandonar la Xunta camino de Madrid, Alberto Núñez Feijóo encomendó a Marta Fernández Tapias una sola misión. “Hay que recuperar la Deputación”. Cuando en 2020 colocó a Fernández-Tapias al frente de la delegación territorial como paso previo para las municipales, el ex presidente autonómico ya asumía que el electorado vigués iba a reconocer un mandato más el trabajo de Abel Caballero. Pero Vigo sigue siendo clave para acceder al bastón de mando provincial. Tras aquella insistencia de Feijóo, con Rueda como presidente de la Xunta no ha habido ningún cambio en aquella orden. El partido judicial de Vigo (Baiona, Gondomar, Nigrán, Pazos de Borbén, Redondela y Vigo, además de las entidades locales menores de Morgadáns y Bembrive) reparte hasta once actas de diputado de las veintisiete que corresponden a la provincia en función del censo.
De aquellas primeras elecciones democráticas a este mayo todo ha cambiado. Y mucho. En 1979 la UCD (Unión de Centro Democrático) ocupó la Presidencia de la institución provincial. Ganó por mayoría absoluta (17 diputados de 27 posibles). En aquel tiempo Vigo ponía en juego solo ocho actas por la distribución de la población en las siete zonas electorales. Digámoslo sin tapujos: Vigo pesaba poco. Aquel abril fueron llamados a las urnas 888.307 votantes, unos 112.000 más que este domingo (772.423 residentes españoles, más 3.337 extranjeros).
En realidad, el organismo provincial era en la ciudad algo que se veía tan lejano como nebuloso. Ofrecía escaso interés. Las informaciones periodísticas que se pueden consultar en la hemeroteca así lo avalan.
Alianza Popular ganaría en 1983 y 1987 y, ya como Partido Popular, en las seis convocatorias siguientes (1991, 1995, 1999, 2003, 2007 y 2011). Siempre con holgadas mayorías absolutas que permitieron a sus presidentes gobernar la Diputación en solitario. Hasta las victorias del bipartito PSdeG-BNG lideradas por los resultados del regidor vigués.
En la campaña electoral de 2015, Caballero advirtió que Carmela Silva sería la nueva presidenta. Había introducido un elemento novedoso en su discurso, tal vez arriesgado, pero sus palabras sonaban contundentes. Las encuestas que manejaba Caballero demostraron ser las más fiables y la barrida que el jefe del gobierno municipal vigués propinó al PP de Elena Muñoz llevó a los populares al primer KO técnico, amén de a la salida de Rafael Louzán de un despacho que había ocupado durante doce años de forma continuada. En 2019, el partido judicial de Vigo volvía a votar mayoritariamente al PSdeG-PSOE. Segunda barrida, de nuevo a la candidata Muñoz.
En este tiempo, el PPdeG ha buscado reforzar candidaturas en el área y ha dado todo el poder local a Tapias para confeccionar una lista a su gusto. También, aprovechando el Xacobeo 21-22, le concedieron capacidad para gestionar y proponer. Hace un mes, Rueda manifestaba a sus candidatos, en una presentación global en Vilaboa, que iban “a ganar” la Deputación. Pero al igual que en el deporte, las palabras no dan las victorias.
Según indican todas las encuestas, hasta las menos positivas, Caballero registrará su tercera mayoría absoluta consecutiva y, por tanto, su quinto mandato en fila. Pero a efectos de la izquierda provincial, su resultado es básico para mantener las llaves de la Deputación. Lo reconozcan o no, todos están pendientes de la capacidad arrasadora de Abel Caballero.
Municipios y entidades locales menores de la provincia están divididos en trece partidos judiciales. Estos se reducen a siete a efectos de unos comicios, siendo idénticos solo los de Lalín y Ponteareas. Cuando Vigo pintaba poco, de los partidos judiciales para el proceso electoral (A Estrada, Cambados, Lalín, Ponteareas, Pontevedra, Tui y Vigo), que siguen vigentes, el vigués y el pontevedrés se repartían catorce asientos en la corporación provincial (8 y 6), pero Cambados, Ponteareas y Tui firmaban hasta nueve actas y A Estrada y Lalín, cuatro. Muchas plazas en juego en tradicionales feudos populares, o conservadores -como prefieran-, que neutralizaban cualquier avance de la izquierda en las dos ciudades.
La situación cambió con la pérdida de población de los partidos judiciales de A Estrada, Lalín y Ponteareas, que suman diecinueve municipios. Vigo y Pontevedra ganaron peso. En 1983 la capital pasó a sus siete asientos actuales y Vigo a diez, que fueron once actas en 2003. Pero el color político no variaba. Los populares sabían rentabilizar sus miles de votos en Vigo para salvar holgadamente la mayoría provincial. Hasta que Caballero entró en escena.
Y la mano ganadora ha cambiado de jugador. Tradicionalmente, los populares tienen tres asientos garantizados donde solo se juega un diputado por partido judicial (A Estrada, Lalín y Ponteareas) y la historia dice que en Cambados sumarán dos de las tres actas. Con Pontevedra en equilibrio de fuerzas (tres diputados del PP, dos del BNG y otros dos del PSOE es el resultado más repetido), el PP está obligado a recuperar el mando en el partido judicial de Tui (comarcas del Baixo Miño y A Louriña más el municipio de Salceda de Caselas) y a rascar dos diputados de los tres en juego -en 2019 solo sacaron uno en Tui-. Además, claro, de duplicar sus asientos en Vigo (el municipio vigués, más el Val Miñor, Redondela y Pazos de Borbén).
Con una abstención que en Vigo oscila entre el 37 y el 39%, arrebatar la Deputación al bipartito supone arañarle al alcalde al alcalde vigués una ingente cantidad de votos. Unos 40.000 para triplicar sus datos de 2019 (20.460 sufragios). Las mayorías holgadas de los conservadores este siglo (quince bancos en el salón de plenos de la Deputación en 2003 y 2007, dieciséis en 2011) parecen ser cosa del pasado por la fuerza de Caballero.
¿Podría gobernar el PSOE la Deputación en solitario? En 2019 sumó trece diputados en la provincia; la decimocuarta acta estuvo a un paso en la pugna por el segundo diputado de Cambados, que fue al PP.
Desde su primer presupuesto propio aprobado en 2016, Carmela Silva, viguesa y presidenta de la administración provincial, ha llevado adelante con el BNG ocho balances por un total de 1.300 millones de euros. El último, de este año, el más elevado, de 181,6 millones, casi 30 millones más que el primero que aprobó.
Y eso significa inversiones, convenios y acuerdos con los municipios. También con Vigo. Con los votos de la ciudadanía a Caballero, el cambio de color político en la Deputación modificó la relación entre esta y el Concello. Él supo pactar unas inversiones que con Rafael Louzán -anterior presidente provincial (PP)- no llegaron a la primera ciudad de Galicia.