La creación de una zona de bajas emisiones (ZBE) en Vigo vuelve a estar en marcha. Al menos eso ha asegurado este miércoles el alcalde, Abel Caballero. El Concello había avisado en mayo de que paralizaba el proceso por las dudas legales que habían surgido ante el varapalo judicial sufrido en Barcelona, donde se tumbó judicialmente la medida. Pero el regidor vigués ha informado ahora de que “estamos trabajando absolutamente” en la confección de esa área de acceso restringido para vehículos.
Caballero recordó que la administración local todavía está “en plazo” para definir esa zona de bajas emisiones, aunque ya avanzó que es posible que la fecha límite, establecida en 2023, tenga que ser ampliada. Asegura, como presidente de la Federación Española de Municipios y Provincias (FEMP), que muchos ayuntamientos no llegarán a tiempo para aprobar sus respectivas normas. No obstante, la mayoría de las ciudades importantes ya han hecho los deberes. Mientras, Vigo sigue sin un horizonte claro para su entrada en funcionamiento.
El alcalde también sigue manteniendo un mutismo absoluto sobre el diseño que tendrá la zona de bajas emisiones de Vigo. “Cuando la tengamos definida, la conoceréis”, declaró este miércoles. No obstante, tal y como avanzó VIGOÉ el pasado mes de junio, ya existe un borrador que establece un área delimitada por un perímetro de 3,6 kilómetros que abarca 410.000 metros cuadrados.
Este ámbito lo conforma el interior resultante de circundar las calles Urzaiz, Colón, Praza de Compostela, García Olloqui, Cánovas del Castillo, Avenida Beiramar, Gaiteiro Ricardo Portela, Torrecedeira, Santa Marta, Llorente, Pi y Margall, Falperra, Cachamuiña, Ronda Don Bosco, María Berdiales y Hernán Cortes. Esto sería lo que coloquialmente se podría denominar ‘Vigo Central’.
De esta manera se limitará el acceso a los vehículos más contaminantes. La zona de baja de emisiones de Vigo será esta o una muy similar. Pero en todo caso la realidad es que se reducirá el tráfico de automóviles poco eficientes para mejorar la calidad del aire.
Además, los ayuntamientos deberán crear un régimen sancionador, que en urbes como Barcelona se vale de cámaras de vídeo que leen las matrículas de los vehículos y las cotejan con una base de datos. De hecho, la web de la Dirección General de Tráfico ya permite saber qué etiqueta se le atribuirá a cada automóvil debido a sus emisiones.
Estas etiquetas resultan fundamentales porque son las que se le otorgan a los vehículos para determinar si pueden o no entrar en las ZBE. Hay cinco categorías según las emisiones:
- Sin etiqueta: vehículos de gasolina matriculados antes de 2001 y de diésel anteriores al 2006.
- Etiqueta B (amarilla): coches de gasolina matriculados después de 2001 que cumplen con la norma Euro III y vehículos diésel matriculados después de 2006 que cumplen con las normas Euro IV y V.
- Etiqueta C (verde): coches de gasolina que cumplen con la norma Euro IV y que están matriculados después de 2006 y coches diésel que se matricularon después de 2015 y que cumplen con Euro IV y V.
- Etiqueta ECO (azul y verde): todos los vehículos híbridos (gasolina o diésel y eléctricos) que sean enchufables con autonomía eléctrica menor a 40 kilómetros por hora. Los impulsados por gas natural, comprimido o licuado del petróleo y que cumplan con las normas de la etiqueta C.
- Etiqueta Cero Emisiones (azul): los vehículos electrificados que tengan una autonomía superior a 40 kilómetros por hora, sean eléctricos, híbridos o eléctricos con autonomía extendida.
Tomando como base estas etiquetas, se establecerán las restricciones. A día de hoy, el objetivo general es que en 2030 solo los vehículos que posean las etiquetas ECO o Cero Emisiones tengan autorizado el acceso a las ZBE para así reducir un 35% la contaminación atmosférica. También se plantean otros años, como 2024, para que la entrada esté limitada a las etiquetas verde, ECO y Cero Emisiones.
Rechazo al informe ecologista
Caballero se refirió este miércoles a la zona de bajas emisiones tras ser preguntado por el informe de Ecologistas en Acción y Greenpeace que alerta sobre la “mala calidad del aire” y el excesivo ruido que soporta la ciudad en toda su extensión. Un estudio que el Ayuntamiento de Vigo ha rechazado por completo.
“Non é rigoroso e non se corresponde cos resultados do mapa do ruído aprobado polo Concello que segue os estándares europeos de avaliación”, han sostenido desde Praza do Rei a través de un comunicado difundido horas después.
La administración local, además, reivindica que las “políticas de humanización”, las “turborrotondas” y el “plan ‘Cidade 30km/h’” están luchando contra la contaminación acústica.
Por otro lado, el gobierno de Abel Caballero ha replicado que “Vigo é unha cidade referente en mobilidade sostible, referente en Europa co modelo de ramplas e escaleiras mecánicas e ascensores que cohesionan a cidade e favorecen a mobilidade peonil”.