Este domingo, el Casco Vello de Vigo se ha convertido en un verdadero teatro de la historia, donde los vigueses y visitantes han revivido un momento crucial: la expulsión de las tropas francesas de la ciudad en 1809, liberándose así del yugo de la invasión napoleónica. Desde las seis de la tarde, las calles y plazas del Casco Vello se transformaron en un escenario vivo, transportando a los espectadores al Vigo del siglo XIX.
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🗡 Vigo sigue de fiesta e inicia la representación de la expulsión de los franceses
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La representación, conducida por Carlos Veleiro, estuvo precedida por un acto especial donde la actriz y directora María Torres fue nombrada miliciana de honor, siguiendo la estela que iniciaba el pasado año el actor gaditano Alex O´Dogherty.
El evento comenzó en Porta do Sol, donde las tropas francesas eran recibidas entre abucheos y gritos de «¡Fóra, fóra!». La representación transportó a los espectadores a una tarde de mercado en la que los invasores liderados por el Comandante Chalot sometían al pueblo de Vigo a desprecios y a ultrajes. Fue aquí donde las mujeres de la villa, lideradas por Aurora, llamaban a la insurrección, plantando así la semilla de la resistencia e insurrección de la ciudad.
La escenificación continuó con el trágico asesinato de tres habitantes de la ciudad a manos del ejército francés en la Taberna de Josefa do Rial. Arrancaba así la movilización de las milicias locales para expulsar a los invasores, al grito de “Fóra franceses!” la ciudad despertaba de su letargo pugnando por su libertad.
La narrativa luego se trasladó a A Gamboa. Allí encontramos a Carolo, héroe local, que perdía la vida en combate en su ataque, hacha en mano, a la Porta da Gamboa, tras la cual se encontraba el enemigo. Lo hizo, con arrojo y valentía hasta que una bala del Ejército francés acabó con su vida. Carolo, más allá de su existencia, simboliza el sacrificio y la determinación del pueblo vigués por recuperar su libertad.
Cachamuiña tomaba el relevo de Carolo y conducía al pueblo de Vigo hacia su liberación; un pueblo que coreaba aquello de “O pobo de Vigo, xamais será vencido” mientras conducía a las usurpadores hacia el mar. La escena culminante tuvo lugar en el lateral del Náutico de Vigo, donde se representó la rendición del ejército francés, la deposición de sus armas y su posterior expulsión por mar al grito de “que non quede ningún”, marcando así el fin de la ocupación y el regreso triunfal de la ciudad a manos de sus verdaderos dueños.
Más allá de la dramatización histórica, la Reconquista transformó este fin de semana al Casco Vello en un bullicioso centro de actividad, repleto de música, comida y un ambiente festivo. Familias enteras se unieron al clamor y a la celebración mientras disfrutaban de una tarde de primavera, transmitiendo así la memoria de esta gesta heroica a las generaciones futuras y es que esta celebración no solo es una oportunidad para recordar y celebrar el coraje y la firmeza de los vigueses de 1809, sino también como un recordatorio de la importancia de preservar y honrar nuestra historia y tradiciones locales.
Eventos como este no solo entretienen, sino que también educan y conectan a las comunidades con su pasado, fortaleciendo así su identidad cultural y su sentido de pertenencia.