Nuria Cora y Julio Montenegro consiguieron hacer realidad un sueño que haría felices a la mayoría de los mortales. Durante dos años estuvieron navegando por el Mediterráneo, el Adriático, el Caribe y el Atlántico, a bordo de un velero, aparejado en ketch, del astillero “Amel”, modelo “Super Maramu 2000”, de dieciséis metros de eslora, más de cuatro metros y medio de manga, con dos mástiles y con un desplazamiento de veintidós toneladas, bautizado como “Alba Plena”, en referencia a una especie de camelia, como una forma de vincular el barco a su ciudad, Vigo.
Partieron del puerto de Vigo el 20 de junio de 2015 para comenzar dos años de aventuras, de diversión, y también de soledad en medio del mar, aunque no es la primera vez que cruzan el Atlántico. Nuria y Julio han capitaneado el navío y han estado acompañados por su hija Julia, que tenía ocho años al comienzo de la aventura. Los tres en compañía de Ron, un perro de raza schnauzer de más de diez años al que, precisamente, no le gusta el mar.
Unos días antes de que levaran anclas estuvimos conversando con los protagonistas y contamos sus proyectos en un amplio reportaje publicado en www.vigoe.es.
Por su parte, Nuria ha ido relatando los detalles del viaje en un blog que han titulado “En las alas del viento. Una aventura a bordo del Alba Plena”, en el que también han incluido fotografías y algún video del extenso periplo.
Hace tres años que han regresado del viaje. A la pregunta de cuál ha sido el lugar en el que se han sentido más a gusto todos ellos responden, sin dudar, que en Colombia y en Cuba. Coinciden, también, en que el momento más desagradable fue cuando la Armada Colombiana les hizo un registro minucioso de todo el barco, algo que acostumbran a hacer para luchar contra el tráfico de narcóticos. En sus recuerdos se destaca, también, la belleza de algunos lugares donde el agua es transparente y donde se han bañado en compañía de todo tipo de peces. Resumen su experiencia como algo inigualable que ha enriquecido sus vidas, y en la que la hija se ha formado académicamente no sólo con los libros y con las lecciones diarias a bordo, sino también con las numerosas escalas en las que ha visto con sus propios ojos la geografía y los escenarios históricos de esas lecciones, y la realidad de los países que han visitado. Ahora, al cabo de tres años, estarían dispuestos a repetir lo que fue el viaje de sus vidas.
Diez años preparando el viaje soñado
Durante diez años estuvieron preparando todos los detalles del viaje, incluyendo un itinerario y unas escalas que les permitieran realizarlo con comodidad. El puerto de Vigo sería el inicio para dirigirse a continuación a Italia visitando, también, Croacia, Grecia, Canarias, Cabo Verde, atravesar el Atlántico en dirección a Brasil y luego dirigirse a la Guyana Francesa, Antillas Menores, Antillas Holandesas, , Colombia, Panamá, Belize, Honduras, México, Cuba, Bahamas y Miami, e iniciar el viaje de retorno por el Atlántico Norte haciendo escala en las Bermudas y las Islas Azores, hasta llegar, de nuevo, al puerto base de Vigo.
Entre los numerosos víveres y pertrechos del barco conviene enumerar dos velas génova, una de ellas trirradial, una vela mayor, una mesana, dos ballooner, y una entrepalos, con una superficie total de 230 metros cuadrados. Sin olvidar la instrumentación de localización stelial constituida por un AIS (Automatic Identification System) , y la cartografía TimeZero. También llevaban una balsa de salvamento, una radio baliza, y un chaleco con AIS, para poder localizar con rapidez a quien esté de guardia si cae al agua en condiciones meteorológicas adversas; así como instrumental para comunicaciones.
Delfines, ballenas y una pizza en Italia
El día 20 de junio de 2015 salen del puerto de Vigo hacia la playa de Barra, donde fondean el barco para pasar la primera noche. En la madrugada del día 21 abandonan la ría de Vigo y van bordeando la península Ibérica frente a la costa portuguesa hasta llegar al Algarve, al cabo de 72 horas de navegación, con la única compañía durante un largo trecho de varios delfines y dos ballenas.
Doblan Trafalgar en dirección a Barbate y prosiguen hasta el estrecho de Gibraltar. Después de visitar el Cabo de Gata y Formentera y llegan más tarde a Cerdeña, donde toman la primera pizza en suelo italiano. Aprovechan para visitar Marettimo, donde disfrutan con unas aguas cristalinas a la sombra de una fortaleza que fue prisión de los Borbones. También recorren las demás islas Égades y gran parte de la isla de Sicilia.
Buceando a junto al volcán Estrómboli
A continuación se desplazan a la isla de Filicudi, en el archipiélago de las islas Eólicas, también conocidas como las islas Eolias, y fondean junto a Scoglio de Montenassari, una aguja de más de 50 metros que emerge del mar. También visitan las islas de Salina, Lipari, y la de Vulcano, en la que se aprecian los efectos de su volcán. También aprovechan para visitar la isla de Panarea, la más pequeña del conjunto de las Eólicas. Panarea constituye uno de los parajes preferidos por los millonarios y los jóvenes herederos de la nobleza europea. Allí coinciden con el barco de Steven Spielberg, con el yate “Mónaco”, de los Grimaldi, y con el yate de Bernard Arnault, considerado el hombre más rico de Francia. Después de una breve estancia reanudan el viaje hacia la isla de Estrómboli, también en el mismo archipiélago de las Eólicas, donde fondean y aprovechan para bucear y observar las explosiones y las bocanadas de lava del volcán Estrómboli.
En la isla de Sicilia visitan numerosas localidades como Palermo y Mazzara del Vallo, uno de los puertos pesqueros más importante de Italia. También fondean en la cala de Scopello, de aguas calientes y cristalinas y con enormes farallones, y visitan la población de Mondello, donde tienen la oportunidad de presenciar una auténtica procesión siciliana. Hacen una parada en Porticello, con el agua a 31 grados centígrados. Cuando llega la madrugada parten hacia el estrecho de Mesina en dirección al Adriático y deciden visitar Croacia, Montenegro y Grecia.
En la costa croata al cabo de dos meses de navegación
Atraviesan el Estrecho de Mesina hasta recalar en Reggio Calabria, la población ubicada en la punta de la bota de Italia y luego parten con rumbo a La Castella, pero allí, la falta de viento y el calor, que resulta sofocante, los condiciona, de momento, a navegar de noche. Se despiden de la costa italiana en Brindisi y navegan hasta la ciudad turística de Cavtat, al sur de Croacia, fundada en el siglo IV a.C. y próxima a Dubrovnick, a donde llegan el 19 de agosto, después de dos meses desde el inicio de su aventura.
Entre las numerosas visitas a ciudades e islas croatas destaca la ciudad de Korkula, donde se dice que vivió Marco Polo, y la ciudad de Hvar, considerada la Ibiza del Adriático. El día 4 de septiembre de 2015 el Alba Plena llega a la bahía de Kotor, en Montenegro, donde el apellido de Julio resulta anecdótico para por su coincidencia con el nombre del país. Días más tarde llegan a Corfú, donde tienen un importante percance motivado por el “meltemi”, viento característico de Grecia que se levanta súbitamente en medio de la noche.
Durante todo el viaje también han ido surgiendo averías que intentaron solventar con los medios a su alcance o recurriendo a servicios técnicos cuando tocaban puerto. Algunas de ellas resultaron difíciles de solucionar, como la de la potabilizadora de agua, el ancla y su cadena, y le hélice de proa. Precisamente, en el viaje de retorno por el Mediterráneo, después de realizar varias escalas, visitan el puerto francés de Hyères y atracan en el pantalán de Amel, el fabricante de su barco, procediendo a reparar todas las averías.
Rumbo a América se bañan en una piscina de 5.000 metros de profundidad
Vuelven a pasar por el estrecho de Gibraltar en dirección a las islas Canarias, donde hacen escala en Lanzarote y Las Palmas, y luego se dirigen a Mindelo, y a la isla deshabitada de Santa Lucía, en Cabo Verde. Desde allí, el día 1 de diciembre de 2015, inician la travesía hacia América a través del Atlántico Sur, en dirección a Salvador de Bahía, en Brasil.
De la travesía atlántica destacan los amaneceres y de las puestas de sol, con un colorido inigualable, compitiendo con unas noches estrelladas sin ningún tipo de contaminación lumínica. En la soledad del océano siguen con los horarios de clases, cocinan, ven películas, juegan con la consola, tocan la guitarra y cantan, y llegan a sentirse como en casa, salvo por el movimiento. Cuando llueve el agua es tibia y aprovechan para limpiar el barco e incluso ducharse. Y en ocasiones aprovechan para zambullirse en medio del océano, con una profundidad de cinco mil metros.
Tierra a la vista
El sábado 12 de diciembre, cuando llevan navegando más de diez días sin ver tierra ni tampoco avistar ningún barco, avistan el archipiélago volcánico de Fernando de Noronha, perteneciente a Pernanbuco, en Brasil. Recuerdan Noronha como un paraíso para los delfines y para las tortugas marinas. El 16 de diciembre ponen rumbo a Salvador de Bahía, a donde llegan el domingo 20 de diciembre de 2015. La primera curiosidad con la que se encuentran, si bien ya eran conocedores de ello, es el cambio en la colocación de las luces del barco en coincidencia con las del muelle: roja con roja y verde con verde. Allí es al revés. Aprovechan para tareas de mantenimiento del barco y visitar la población. Entre las actividades destacan el buceo para observar varios pecios de los siglos XVII y XVIII. Pasan la Nochebuena en la Isla de Itaparica, y el Fin de Año en el propio Salvador.
La cárcel de Papillón
El 16 de enero de 2016 parten rumbo a Fortaleza. El calor es tan fuerte que se ven obligados a poner el aire acondicionado a la hora de la comida y de la cena. Antes de llegar a Fortaleza se ven afectados por una gran tormenta tropical. Después de Fortaleza parten rumbo norte hasta encontrar la llamada Alfombra Mágica, en referencia a la corriente ecuatorial de la Guyana, que los arrastra facilitándoles la navegación. Alcanzan la Guyana Francesa. El martes 3 de febrero reanudan el viaje hacia Barbados, y llegan a las Islas del Diablo, que son francesas. En la Isla del Rey es donde estaba la complejo carcelario Le Bagne, abierto por Napoleón III en 1851 y que se hizo famosa por la novela “Papillón”, llevada al cine. Estuvo abierto hasta su clausura en el año 1946 y hoy está abandonado en medio de una vegetación exuberante y poblada de guacamayos, pavos reales, monos e iguanas. Ya en Barbados se encuentran con unos precios desorbitados, por lo que deciden proseguir rumbo a la Martinica. Allí, en Le Marine, hay una base de Amel, el fabricante del barco, y aprovechan para hacer reparaciones y aprovisionarse. Martinica pertenece a Francia y mantiene algunas de las costumbres europeas, por lo que encuentran croissants y pan, que no habían probado durante todo el viaje. Disfrutan de la isla, del buceo y de la pesca submarina, incluyendo varias langostas. Una de las islas que visitan es Mustique, la más exclusiva, donde tienen mansiones Raquel Welch, Mike Jagger y David Bowie. Pero debido a las limitaciones del amarre y el precio elevadísimo de las boyas deciden continuar hasta Canouan, antes de llegar a Tobago Cays.
Navegando en silencio
Tobago Cays es un conjunto de islas coralinas, con arenas muy finas y un color turquesa muy intenso. Disfrutan del entorno y del encuentro con algún barco de pabellón español y se encaminan hacia el norte de Venezuela. Es una zona donde se producen muchos ataques a barcos y por seguridad programan el sistema AIS (Automatic Identification System) para poder ver los tráficos, pero no ser vistos por ellos; pasan alejados de la costa venezolana a la mayor velocidad posible. Durante el trayecto, en menos de veinticuatro horas se les rompen dos velas.
El miércoles 16 de marzo llegan a las Antillas Holandesas: Aruba, Curaçao y Bonaire. Hacen escala en Aruba y después de repostar ponen rumbo a Colombia. De nuevo, desactivan el sistema AIS, puesto que deben volver a navegar por aguas venezolanas, acompañados de los vientos alisios, con olas enormes de cuatro a seis metros.
Puerto Velero es el primer puerto colombiano a donde llegan, a unos treinta kilómetros de Barranquilla. Colombia está tranquila, con unos precios contenidos y una comida estupenda. Navegan hasta la ciudad de Santa Marta, y visitan la Sierra de Santa Marta, que forma parte del Parque Nacional Natural de Tayrona, la parte montañosa más elevada del Caribe, declarada Reserva de la Biosfera y Patrimonio Nacional de la Humanidad. Allí visitan la Ciudad Perdida. También recorren en barco las bahías de Tayrona, un paraíso sin apenas población y con unas aguas maravillosas para el buceo y la pesca submarina.
Los próximos ocho meses, los pasan a caballo entre Colombia y Panamá, puesto que coinciden con la temporada de huracanes y esta zona está al sur de su influencia.
Registro minucioso durante más de una hora
Poco antes de partir para Puerto Velero de nuevo, son abordados por la Armada Colombiana y durante una hora registran hasta los últimos rincones el barco acompañados de un perro en busca de narcóticos, un negocio ilícito, pero muy rentable, en el que caen algunos navegantes ávidos de enriquecimiento rápido a cualquier precio. Conocen también Cartagena de Indias, donde recalarán varias veces en estos ocho meses. También el Archipiélago de San Bernardo, las Islas del Rosario e Isla Fuerte. Allí prueban el pez león que Julio consigue arponear, tanto la dolorosa picadura de efecto temporal de una de sus espinas dorsales, como su carne agradable, que les recuerda a la de la faneca después de prepararlo a la barbacoa. Se dirigen a Sapzurro, casi en la frontera con Panamá, pero la navegación se hace dificultosa y ponen rumbo a San Blas, un archipiélago de más de 365 islas paradisíacas, habitadas por los inios guna, y donde la cartografía existente no es fiable en absoluto, teniendo que guiarse con el único medio que existe fiable hasta ahora: la mítica guía Bauhaus. También visitan Turtle Cay Marina, Isla Grande y Portobelo.
Llegan a Bocas de Toro, en Panamá, y visitan, también, la laguna Bluefield, que era la guarida del pirata holandés del mismo nombre, así como los Cayos Zapatilla. El 19 de octubre de 2015 ponen rumbo al archipiélago de las Islas Bahía, en Honduras. La primera parada la hacen en Roatán, atravesando ya la zona de huracanes. Cuando navegan por aguas nicaragüenses y hondureñas les llama la atención la proliferación de plásticos, que también los hay en todo el océano, pero mucho más en esta zona. Fondean por fin en Roatán, una isla rodeada de arrecifes, un destino turístico para el buceo.
México y Cuba
También visitan Belize y después se dirigen a México. El puerto escogido es en la Isla Mujeres, frente a Cancún, un refugio para huracanes. Tienen programado un viaje de una semana a Ciudad de México y toman un avión en Cancún. En México están un mes y aprovechan para encontrarse con amigos y visitar la ciudad y el país, además de visitar las pirámides de Chichén Itzá, en la península de Yucatán. Se bañan en varios cenotes, uno de ellos dentro de una cueva.
El domingo 4 de diciembre salen rumbo a Cuba. Llegan a los Cayos. Los pesqueros ni se acercan porque en Cuba está prohibido invitar a un cubano a subir a bordo sin autorización de las autoridades con veinticuatro horas de antelación. Durante su estancia en los cayos se enteran del fallecimiento de Fidel Castro. El 12 de diciembre se dirigen a Cienfuegos, “La perla de Cuba”, teniendo en cuenta que está prohibido navegar en las inmediaciones de la Bahía de los Cochinos. Se desplazan hasta La Habana en coche y allí se alojan en una casa particular. Visitan los lugares emblemáticos, La Habana Vieja, El Malecón, El Vedado, La Quinta Avenida. Al cabo de cuatro días vuelven a Cienfuegos para celebrar la Navidad y el Año Nuevo, en compañía de varios amigos y hasta contaron con la visita de Papá Noel.
De Cuba a Estados Unidos
El 10 de enero zarpan de Cienfuegos, visitan varios cayos, recorriendo el archipiélago de Los Jardines de la Reina y tomando rumbo a Santiago. Al caer la tarde del martes 24 llegan a Santiago, una ciudad con cuestas que les recuerda a Vigo. Están casi una semana en Santiago y luego parten rumbo a Bahamas después de pasar casi dos meses en Cuba. Llegan a las Bahamas el 6 de febrero, pero la belleza del país contrasta con sus precios, que les resultan los más caros del viaje. Visitan varios lugares, y distintas islas del archipiélago, y, entre ellos, Nassau, la capital, volcada al turismo. De las Bahamas pasan a Estados Unidos, primero en Ferry, por cuestiones de permisos, y luego en el barco. El primer destino de Estados Unidos es Florida, y atracan el barco en la ciudad de Titusville, justo enfrente de Cabo Cañaveral, que está al otro lado del Indian River. Allí visitan el JFK Space Center, los parques de Universal Estudios, en Orlando, y Cabo Cañaveral, donde asisten al lanzamiento de un cohete de comunicaciones.
El 29 de marzo despiden a su hija, que embarca en un avión con destino a España pues la travesía del Atlántico Norte entraña más riesgo, y es bastante más larga que en la dirección este-oeste. Aprovechan después para visitar Nueva Orleans, viajando en un coche de alquiler, donde disfrutan del jazz y del blues, e incluso dan un pequeño paseo en un barco típico de vapor por el Mississippi. También visitan la población de Savannah, en el estado de Georgia, donde están muchas de las mansiones de estilo victoriano de los propietarios de las plantaciones, y algunos otros lugares del sur de Estados Unidos. El día 22 de abril zarpan de Florida con destino a Europa en compañía de un amigo recién llegado desde Vigo que les ayudará en la travesía y los acompañará hasta las Islas Azores.
Agitada y peligrosa travesía del Atlántico Norte
La primera escala será en las Bermudas. Por cuestiones meteorológicas, el Atlántico Norte presenta una travesía mucho más difícil que en sentido inverso: de África a América. La navegación se ve favorecida por la corriente del Golfo, pero no pueden evitar una fuerte tormenta, difícil de prever, dada la extensión de la travesía. Los vientos de 30 y 47 nudos rompen la vela génova y deben cambiarla en condiciones bastante duras de mar y de viento. Más tarde, de noche, se cruzan con el buque Juan Sebastián Elcano, y, al saber que son españoles, incluso conversan un rato por radio con el Comandante.
Fondean un par de días en las Bermudas para aprovisionarse de gasoleo y hablar con la familia, y luego ponen rumbo a las Azores, en cuyo trayecto se encuentran con otra tempestad con vientos de más de 60 nudos y olas entre ocho y diez metros, que no dan tregua durante veinticuatro largas horas. Horas más tarde, cuando el viento amaina, entran en la Marina de Horta (Azores), donde aprovechan para descansar y reponer fuerzas antes de la última etapa, así como visitar la isla con un coche de alquiler.
De nuevo en Vigo al cabo de dos años de viaje
El 19 de mayo salen del puerto de Horta y ponen rumbo a Vigo. Esta travesía resulta muy tranquila y placentera. El jueves 25 de mayo, a las once de la noche pasan frente a Cabo Silleiro y entran a través de la bocana sur de las Islas Cíes. Nuria describe el momento de encontrarse con las luces de la ciudad como las velas de una tarta de cumpleaños. En la playa de Barra los esperan unos amigos en otro barco, en el que también está esperándolos su hija, que había regresado en avión desde Miami. Celebran el reencuentro con champan y empanada. Aunque es una noche de fuerte tormenta, en la cual llegaron a caer más de mil rayos en la Ría de Vigo, pero el cansancio y el placer de estar en casa hacen que apenas se enteren de ella. Al día siguiente, el día 20 de junio de 2017, después de comer, retornan a su puerto base de Vigo, en el muelle de Bouzas, dispuestos a repetir la aventura.