La actividad pesquera es esencial, lo que conlleva una responsabilidad social. Y la salud de los profesionales del mar no lo es menos, lo que conlleva una obligación moral y personal. Con tan delicado material trabajan asociaciones como la Organización de Palangreros de A Guarda (Orpagu), que combina con el máximo de prudencia en medio de la pandemia la doble necesidad de seguir pescando y de cuidar al 100% a los pescadores. De ahí que haya elaborado un estricto protocolo sanitario de actuación que ya se está poniendo en marcha.
Un positivo por COVID-19 en altamar genera muchísimos más problemas que en tierra. Dadas las especiales condiciones de vida y trabajo dentro de una embarcación, a nivel de espacio y, consecuentemente, de cercanía social, las probabilidades de contagio se multiplican al resultar prácticamente imposible garantizar el aislamiento del paciente hasta su evacuación. Además, las tripulaciones, por esas mismas dimensiones del
barco, están formadas por el personal estrictamente necesario para garantizar la navegación y la actividad pesquera, por lo que una baja trastoca todo el planteamiento de trabajo.
Conscientes de esta problemática, y mucho más tras haber vivido el positivo ya conocido en el “Ribel Tercero”, la Organización de Palangreros Guardeses se fijó como obligación hallar la manera de garantizar la salud de todas sus tripulaciones, valorando todas las posibilidades que los especialistas epidemiólogos están barajando. La premisa es asegurar antes del embarque que ningún miembro de la tripulación es portador del virus.
A tal efecto, los dirigentes de Orpagu se pusieron en contacto con un centro médico especializado, que aconsejó realizar dos pruebas, que se podrían alternar según el criterio de los facultativos:
-RT-PCR: Permite confirmar o descartar la infección por SARS COV 2, ya que detecta el material genético del virus. Su positividad no implica tener síntomas y es eficaz para etiquetar como caso de COVID-19 a los pacientes asintomáticos que no hayan sido diagnosticados por otros métodos más sencillos y rápidos.
-Test serológico: Detecta la posible presencia de anticuerpos IgG e IgM frente al SARS-CoV.2. Ayuda a conocer las personas que han estado en contacto con el virus, habiendo desarrollado o no síntomas, y puede diferenciar entre la fase temprana y tardía de la infección.
Tras la realización de las pruebas, los tripulantes permanecerán en una cuarentena controlada hasta su embarque. Con esto, la flota de Orpagu se garantizaría una marea sin problemas médicos derivados del coronavirus. Este protocolo se pondrá en marcha para los 120 tripulantes que deben salir al mar en las próximas semanas.
Desde la organización continúan trabajando para preservar la salud de sus trabajadores y garantizar, asimismo, la llegada de pescado a los
consumidores, para que éstos puedan seguir gozando de proteína marina, tan importante para una alimentación equilibrada.
“Tenemos que hacer todo lo posible para garantizar su seguridad”
El presidente de Orpagu y armador de palangre, Joaquín Cadilla, reconoce que la fiabilidad al 100% de las medidas que están adoptando desde la organización es difícil de garantizar, “pero tenemos que hacer todo lo que esté en nuestra mano, para que la gente salga al mar tranquila”. Cadilla reconoce que en estos días el sector se está enfrentando a numerosos problemas -bajada de precios, caída de las ventas, problemas para el almacenaje del producto- y quiere evitar en la medida de lo posible que el miedo al contagio sea un problema añadido a la hora de trabajar en el mar.
En breve saldrán del puerto de Vigo varios barcos de la organización para dirigirse a aguas internacionales del Atlántico Norte, hasta la línea del ecuador. El resto de la flota de Orpagu realizará en próximas fechas los preceptivos cambios de tripulantes, enviando a los relevos a países de Sudáfrica o Sudamérica, siempre y cuando puedan garantizarse estos viajes. En total unos 120 tripulantes saldrán esos días al mar.