La primera llamada teléfonica de Galicia fue hecha en Vigo hace ahora 140 años. Porque, en 1882, en la calle del Príncipe “sonó” un teléfono. Antonio López de Neira, industrial que había llegado a alcalde de Vigo, escuchó a la telefonista hablar al otro lado de la línea y aceptó la comunicación. Y, aunque no conocemos quién fue su interlocutor, sí sabemos que esa fue la primera llamada que se hizo en el país.
El invento llegaba tras una gran polémica. Porque, entre los grandes impostores de la historia, ocupa un lugar de privilegio Alexander Graham Bell. De hecho, aun hoy millones de personas creen que este señor inventó el teléfono, cuando en realidad lo copió. En 2002, el Congreso de los Estados Unidos aprobó la resolución 269, que censura a Bell y reconoce que el verdadero creador del instrumento fue Antonio Meucci.
Este neoyorquino de origen italiano llamó a su invento el teletrófono y, como no tenía los 250 dólares para pagar la patente, lo envió a la empresa Western Union Telegraph Company, que no le hizo mucho caso… En secreto, la WUTC facilitó el aparato a su ingeniero Graham Bell, quien le incorporó unas mínimas mejoras y lo patentó a su nombre, acordando que cedería a la empresa el 20% de los beneficios durante los siguientes 17 años.
El pobre Meucci se quedó con un palmo de narices. Y su posterior litigio contra Bell resultó inútil. Solo años después la verdad comenzó a emerger porque la Western Union incluso había sobornado a funcionarios de la oficina de patentes, para que eliminaran la documentación preliminar que Meucci había presentado cuatro años antes, aunque carecía de dinero para el registro completo.
Tras una apasionante investigación, el Congreso estadounidense restituyó, con un voto por unanimidad, la honra de Meucci y dejó a Bell en el lugar que le corresponde: el de un aprovechado. Hay mucho de eso en la vida: uno tiene una idea y la pone en marcha y viene otro y se la queda y se aprovecha de ella. Y de este modo Bell fundó una compañía con su nombre que sigue siendo puntera hasta nuestros días.
Impostura al margen, regresemos al Vigo de finales del siglo XIX, en el que López de Neira realiza la primera llamada telefónica de Galicia. En aquel 1882, apenas había medio centenar de abonados en España, que pagaban la fortuna de mil pesetas por el servicio. Pero López de Neira, que también fue el primero que trajo la luz eléctrica a Galicia, instalando un potente foco en su casa, al paso de la procesión del Cristo, era un pionero que no tenía problema en gastar el dinero para complacer a sus convecinos vigueses.
Porque dos años antes, el 30 de mayo de 1880, el mismo López de Neira prendía en su balcón de la calle del Príncipe un foco eléctrico que dejaba a los vigueses asombrados. “El miércoles por la noche se probó en casa del Señor López de Neira la luz eléctrica que para mayor lucimiento de las próximas fiestas del Santísimo había encargado a París dicho señor”, explicaba la crónica del día siguiente.
Otra crónica elogiaba el efecto de aquella luz artificial que alcanzaba una “larga distancia, y que al reflejarse en las galerías y casas del Placer produjo agradable impresión entre las personas que inesperadamente se vieron inundadas por una claridad tan intensa como la del Sol, aunque de melancólico reflejo como la luz de la Luna”.
Pero esta ya es otra historia. La de la primera llamada telefónica en Galicia cumple ahora 140 años.
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