“La Cenicienta de los barrios vigueses ha sido tocada por la varita mágica del ‘hada buena’ llamada democracia”. Con estas palabras abría su artículo el periodista Javier González Méndez, en El Pueblo Gallego, para comentar un hito en la historia local, lo nunca visto en cuarenta años: una manifestación legal en Vigo. Se trataba de un hecho insólito desde el golpe de Estado de 1936. Y los protagonistas fueron los vecinos de Lavadores, que marcharon por la ciudad para quejarse del deficiente suministro de agua corriente y de la falta de saneamiento. En los años precedentes, se habían producido varios brotes de tifus y meningitis en esta parroquia.
Muerto Franco unos meses antes, en noviembre de 1975, la primera manifestación legal se celebró el 22 de marzo del año siguiente, tras recibir autorización del Gobierno Civil. La marcha se inició a las 11.00 de la mañana, en un día lluvioso, que restó participación. Unos doscientos vecinos se concentraron en el puente de Cabral y marcharon por Ramón Nieto hacia el Calvario, donde la marcha llegó a reunir a unos mil quinientos valientes, que portaban cubos de agua y pancartas con lemas como “Tifus e meningitis, Non; auga e alcantarillado, sí”. Solamente un lema hacía alusión a algún político y se dirigía al alcalde, Joaquín García Picher: “Picher, atención, Lavadores está en acción”. Con la Policía Armada rondando y las cárceles llenas de presos políticos, no estaba la cosa para ponerse estupendo ni con permiso de la autoridad competente.
Hubo más audacia a la hora de andar. Porque la marcha concluyó en la plaza de la Constitución, que está a 5,8 kilómetros del punto de partida en Cabral. Allí, los organizadores arengaron a las masas con un megáfono y, finalmente, fueron recibidos por el alcalde, al que expusieron sus quejas. García Picher les prometió “que el problema del agua tenía visos de resolverse inmediatamente”, según la crónica de El Pueblo Gallego. Satisfechos con las explicaciones, según la prensa, los manifestantes regresaron de nuevo a Lavadores, se supone que andando. Los periódicos del día siguiente calificaban de ‘ejemplar’ la marcha, celebrada ‘sin alteración de ningún tipo’.
Lo que no contaban los diarios, aunque se intuye en algunas crónicas periodísticas, es por qué se autorizó esta marcha en aquel momento tan significado. Y es que en las mismas fechas se debatía y votaba en el Ayuntamiento el proyecto del Escalextric que daba salida a la autopista por la calle Lepanto. Y media ciudad estaba en armas contra aquella mole de hormigón armado.
La Asociación de Vecinos de Casablanca había pedido al gobernador civil poder celebrar una manifestación, siguiendo los primeros guiños aperturistas de la dictadura, ya con Franco reposando en al Valle de los Caídos. Por eso se prefirió buscar otra protesta, menos ruidosa, para autorizarla y se eligió a los vecinos de Lavadores, mientras se impedía a los de Lepanto expresar sus protestas. Días más tarde, en un bronco pleno municipal, la corporación votaba a favor del Escalextric, algo que hubiera sido más incómodo si se hubiese autorizado la otra manifestación, que se preveía masiva.
Pero la movilización de Lavadores pasó a la historia. Porque la ciudad de Vigo nunca se había cansado de manifestarse, como lo demostró por ejemplo en la huelga general de 1972. Pero aquella movilización se saldó con una brutal represión policial. Así que no fue hasta 1976 cuando se pudo vivir la primera manifestación autorizada en cuatro décadas.
La crónica periodística de aquel hito histórico se cerraba con la orden del alcalde para que los servicios de limpieza retirasen las pancartas que los vecinos habían dejado en la plaza de la Constitución. “¿Recogerán otros servicios, y no el de limpieza, las justas reivindicaciones de todo un vecindario?”, se preguntaba el reportero, para concluir que había “otra manifestación evidente: que los barrios de Vigo y sus vecinos comienzan a despertar”. ¡Y tanto! En las décadas siguientes, la ciudad olívica batiría varias ocasiones el récord de manifestaciones convocadas, llegando a superar una media de casi tres diarias, con el año 2014, en la cumbre, cuando se superaron las mil.
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