Dentro de unos meses, la fiesta de la Reconquista tiene un motivo extra para la celebración. Será una efeméride redonda: los 250 años del nacimiento del mayor héroe de la liberación de Vigo en 1809. Porque el 23 de marzo de 1771, nacía en la aldea de Cachamuíña, en el concello ourensano de Pereiro de Aguiar, Bernardo González del Valle, quien se convertiría en el mayor héroe de la guerra contra las tropas napoleónicas, al conseguir abrir la Porta da Gamboa de las murallas de Vigo, pese a ser herido en la acción por cuatro impactos de bala.
No sabemos si Bernardo, que era militar de carrera, usaba ‘Cachamuíña’ como ‘alcume’, porque nunca firma así los numerosos documentos que se conservan con su narración de los hechos de la Reconquista o de su posterior experiencia como gobernador de Vigo. Pero el historiador Xosé María Álvarez Blázquez encontró que un hermano suyo firmaba incluyendo el sobrenombre: “Luís González de Cachamuíña”.
Asumido o no, lo cierto es que así, como ‘Cachamuíña’, ha pasado a la historia local. Tiene calle propia, poco lucida, que discurre desde el edificio del ayuntamiento hasta las ruinas de la Panificadora. Y sus restos están enterrados desde 1933 en un mausoleo en el cementerio de Pereiró, en una iniciativa de la Asociación de Hijos de Vigo, que logró traerlos desde el camposanto de Prexigueiro, en Pereiro de Aguiar, donde reposaban desde su muerte en 1848.
Pero este año celebraremos su nacimiento, hace dos siglos y medio. El padre de Bernardo, Ignacio González, ya había seguido la carrera militar, como capitán del Regimiento de Ourense. En 1791, con veinte años, ya encontramos a “Cachamuíña” como subteniente de las Milicias Provinciales, tras lo que se incorpora al Regimiento con base en Ferrol. Su primer destino de guerra fue contra los ingleses, en el ejército del Bidasoa, en el País Vasco, donde varios actos heroicos le procuraron el ascenso a teniente. A su regreso a Ferrol, se distinguió en la batalla librada en esa plaza contra los ingleses en 1800, acción por la que se gana el grado de capitán.
A comienzos de la Guerra de Independencia, participó en la batalla de Rioseco, además de en las de Valmaseda y Espinosa de los Monteros, tras lo que se retira a León con su compañía de granaderos. Más tarde, toma contacto con el Marqués de la Romana, quien le encarga levantar a los paisanos de Ourense, dándole mando sobre las guerrillas. Tras algunas importantes acciones en Ourense y en el Deza, se presenta en el sitio de Vigo, donde se erigió en su mayor héroe.
Herido cuando derribaba a hachazos a puerta de la Gamboa, cuatro impactos de bala en una pierna lo dejaron fuera de combate durante algún tiempo, aunque terminó siendo designado gobernador de la plaza de Vigo, tras la expulsión de los franceses, un cargo que desempeñó con gran acierto.
En octubre de 1809, fue designado por el Marqués de lana Romana gobernador de la plaza de Tui y de su provincia. También fue luego coronel comandante de la Legión del Ribeiro.
Como en tantas ocasiones, el Estado no fue justo con Cachamuíña, que vio cómo se colmaba de prebendas y honras a otros protagonistas de la Reconquista. Harto de tanta ignominia, pidió la jubilación en 1811 como inválido de guerra. Le fue concedida, con una remuneración de 1.800 reales de pensión mensual, en atención a sus muchos méritos. Pero no le pagaron. No fue hasta 17 años más tarde cuando comenzó a recibir algunos abonos, después de haber presentado interminables instancias de protesta, en las que se presenta como un anciano enfermo y revela el estado lastimoso de su hacienda.
En 1829, lo encontramos cobrando diezmos para el Obispado de Lugo, tras lo que se retira a su casa natal, después de ser tan injustamente tratado. Bernardo González del Valle muere el 6 de septiembre de 1848. Pero los vigueses no olvidaron su gesta y hoy sigue siendo uno de los personajes más celebrados en la fiesta y recreación de la Reconquista, a finales del mes de marzo.
Así que muy pronto, en apenas unos meses hasta el 23 de marzo, cinco días antes de la festividad oficial de la Reconquista, celebraremos un aniversario redondo: 250 años del nacimiento de Cachamuíña. Que no se nos pase, como casi siempre: porque la ciudad de Vigo es especialista en festejar sus efemérides tarde, mal y a rastras.
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