El próximo 2 de agosto se cumplen 45 años del trágico final de la cantante Cecilia, fallecida aquella madrugada al chocar su coche contra un carro de bueyes en la provincia de Zamora, cuando regresaba a Madrid tras actuar en la discoteca Nova Olimpia de Vigo.
Evangelina Sobredo, conocida por su nombre artístico de Cecilia, es la única española en el “Club de los 27”, que integran Jim Morrison, Jimmy Hendrix, Janis Joplin, Kurt Cobain y, desde fecha reciente, Amy Winehouse. Todos ellos murieron a esa edad, al igual que la cantautora madrileña.
Nacida en octubre de 1948, a Cecilia le quedaban un par de meses para cumplir los 28. Pero dio su último concierto en Vigo, en la sala Nova Olimpia, el 2 de agosto de 1976. La creadora de “Un ramito de violetas”, “Dama, dama”, “Mi querida España” o “Nada de nada” había disfrutado de su recital. Todas las entradas en Vigo estaban vendidas. Y el empresario Alejandro Figueroa, propietario de Nova Olimpia, comentaría más tarde a la prensa que la cantante estaba exultante con su actuación. Y que le había gustado tanto la ciudad y su ría que pensaba buscar unos terrenos para construirse una casa en la playa.
Evangelina conocía bien Galicia. De hecho, su padre, José Ramón Sobredo, era de origen gallego. Militar de carrera y, más tarde, diplomático, desempeñó cargos en las embajadas de EEUU, Jordania, Costa Rica, Argelia y la República Popular China. Lo que brindó a sus hijos la oportunidad de criarse recorriendo el mundo. La crítica dice que el peculiar estilo de Cecilia procedía de sus influencias del exterior, con guiños a The Beatles o Paul Simon incluso en las portadas de sus discos.
La desgracia para Cecilia fue absoluta: cuando da en el Nova Olimpia de Vigo su último concierto, está en el apogeo de su carrera. Meses antes, el 15 de noviembre de 1975, había defendido a Televisión Española en el Festival de la OTI, con el tema “Amor de medianoche”, compuesto por el habitual Juan Carlos Calderón.
En una muestra de carácter, la cantautora había rechazado la letra original, que consideraba ñoña. Y la sustituyó por entero, introduciendo algunas pinceladas de crítica social. Fue un tímido acto de rebeldía, no comparable a la negativa de Serrat a cantar en Eurovisión. Pero con mérito, ya que Franco seguía vivo, a falta de cinco días para que su yerno, el marqués de Villaverde, se decidiese finalmente a desenchufarlo.
La sala “Nova Olimpia” estuvo abarrotada para el concierto. Cuando terminó el recital, Cecilia y su grupo salieron de Vigo de madrugada, a bordo del Seat 124. En principio, tenía previsto quedarse a dormir, pero le urgía estar de vuelta en Madrid porque estaba inmersa en la grabación de un nuevo disco, con un proyecto en el que también versionaba poemas de Valle Inclán. La cantautora quería estar en el estudio a las 10 de la mañana.
Pero, a las 5.40 horas de la madrugada, su coche colisionaba contra un carro de bueyes en la C-620 (hoy N-525), a su paso por el pueblo de Colinas de Trasmonte, en las proximidades de Benavente (Zamora). El carro transitaba sin luces y tampoco había alumbrado público en la aldea. Se dice que el 124 circulaba a gran velocidad, hecho que fue años después desmentido por el conductor, que sobrevivió a la colisión.
Como consecuencia del impacto, murió en el acto Cecilia, que viajaba dormida en el asiento trasero. También murió el batería del grupo, Carlos de la Iglesia. Y resultaron malheridos los otros dos ocupantes. El propietario del carro sufrió heridas muy graves. Al igual que su mujer, que iba de pie conduciendo a los bueyes. Para retratar la violencia del siniestro, uno de los animales salió despedido, proyectado contra un terraplén cercano.
La noticia conmocionó a toda España. Moría la cantautora Cecilia en el momento de su máxima popularidad. Pero su fama perviviría hasta el punto de que, en 1996, se editó un disco recopilatorio en el que cantaron versiones suyas artistas tan dispares como Raphael, Amaral o Alaska.
Vigo, y la antigua discoteca ‘Nova Olimpia’, fueron el último escenario para Cecilia hace ahora 45 años. Evangelina Sobredo está enterrada en el Cementerio de la Almudena, en Madrid, en una tumba adornada por un ramito de violetas de plástico.
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