Es posible, sin embargo, tendrán que mantener el ritmo acompasado de sus paladas durante bastante tiempo, porque las paradisíacas islas, ubicadas a la entrada de la ría de Vigo, aún distan varias millas desde la posición en la que ellos se encuentran. Seguramente la noche los cogerá en el camino y entonces podrán observar el tránsito de esa luz cálida del atardecer a la luz de una luna que lucirá en un cielo casi despejado, recién entrada una primavera muy revuelta, con un tiempo que no termina de estabilizarse. Pero todo eso no parece importarles, porque el destino merece el esfuerzo.