Todavía se afilan cuchillos y tijeras, pero ya nadie pone parches a las tarteras ni arregla los paraguas, ahora, tal como está el mercado consumista con ofertas rompedoras, compensa comprar un tartera nueva o tirar el paraguas para estrenar uno nuevo aunque luego quizá no llegue entero a casa. “¡Afilador y paragüero!”, se anunciaban antes tocando el chiflo y siguen haciéndolo ahora, a pesar de que la motocicleta le resta el romanticismo de antaño. Habrá que resignarse a los nuevos tiempos.