Pero con las cerraduras actuales resulta casi imposible, aunque los avances tecnológicos solventan esas dificultades y el ojo electrónico es capaz de llegar mucho más allá de lo que hubiéramos imaginado. Ahora ya existen cámaras y micrófonos por doquier, y cualquier actividad o conversación puede ser grabada. Incluso podemos tener la impresión de que las palabras pronunciadas hace mucho tiempo han quedado registradas para siempre en el éter, y, luego, con aparatos que hace pocos años eran dignos de la ciencia ficción, pueden ser recuperadas. Cuántas veces hemos oído registros de conversaciones entre políticos corruptos que se creían impunes bajo el anonimato de su soledad y de las ondas. Podríamos afirmar, sin temor a equivocarnos, que las antiguas cerraduras ya han quedado obsoletas como medios de espionaje, pero la de esta fotografía, que pertenece a la concatedral de la ciudad de Vigo, todavía permite observar a su través y saciar nuestra curiosidad, siquiera para disfrutar inocentemente de esas vidrieras de colores.