Son abundantes en diferentes puntos de la ciudad y mucho más, por supuesto, en nuestros parques. Pero el problema no es el polen en sí mismo, lo cual constituye un mecanismo natural, sino la repercusión que tiene en nuestra salud, provocando molestas alergias. Nuestra percepción sobre la alergia es que cada vez hay más personas afectadas, mucho más que hace varias décadas. Quizá la vida moderna tenga algo que ver en todo esto, la alimentación y la contaminación, sobre todo. La alimentación moderna, por su parte, va acompañada en muchos casos de aditivos que, fundamentalmente, facilitan su conservación y potencian su sabor. Es probable que puedan tener consecuencias sobre nuestra salud a medio plazo o incluso a largo plazo. Lo mismo puede estar ocurriendo con la contaminación, cuyos efectos se están estudiando. Los especialistas en el tema de las alergias, los alergólogos, podrían concretar mucho más estas observaciones populares. Lo que sí podemos afirmar es que el número de personas alérgicas es elevado, y que la brisa primaveral, que va llevando el polen de un lado a otro, propicia una situación que resulta muy incómoda para muchos ciudadanos.