Falta muy poco para la finalización de las obras de la estación del tren AVE de Vigo, y conviene rememorar, siquiera con brevedad, las anteriores instalaciones ferroviarias. La primera estación de tren de Vigo se construyó en la segunda mitad del siglo XIX y conectó la ciudad de Vigo con la de Ourense. Curiosamente, aquella primitiva estación quedaba alejada del núcleo urbano, aunque pronto fue engullida por el desarrollo urbanístico. Más tarde, en el primer cuarto del siglo XX sufrió la primera remodelación, hasta que en el año 1987 se decidió abordar un nuevo proyecto y fue demolida. Se numeraron sus piedras, se desmontaron, y desde aquella fecha siguen esperando un futuro incierto en un solar municipal, puesto que el edificio merecía ser conservado como tantos otros por los que ahora lloramos con desconsuelo e inútilmente los vigueses. Pero la nueva estación tuvo una vida mucho más limitada, puesto que en el año 2011 tuvo que ser demolida para dar comienzo a la construcción de la nueva estación dedicada al AVE, quedando en servicio, mientras tanto, una nueva y sencilla instalación en Guixar, denominada «Vigo-Guixar». Esta estación seguramente coexistirá en un futuro con la nueva del AVE. Una estaría dedicada a los trenes convencionales, y la otra para la tan controvertida Alta Velocidad. Lo que convendría preguntarse, aunque ahora ya sea irreversible porque las decisiones ya están tomadas y las obras casi terminadas, es si realmente necesitamos esos trenes de Alta Velocidad, con el elevado coste que conlleva su infraestructura, y teniendo en cuenta que sólo sirven para el transporte de viajeros. Porque el AVE no es barato, no nos engañemos. Es posible que al principio haya ofertas para promocionar el servicio, pero no será por mucho tiempo porque no sería rentable. En definitiva, el AVE no es un transporte para todos, sino para los bolsillos más abultados. Hubiera sido muchísimo más barata y más lógica una inversión en trenes de cercanías, aumentando las frecuencias y mejorando las instalaciones. Eso permitiría una mejor comunicación con distintos puntos de Galicia, de Portugal, e incluso de la meseta. Una persona que viva en Vigo y trabaje en Santiago de Compostela podría realizar el desplazamiento en tren por un módico precio y con un tiempo de trayecto totalmente asumible. Lo mismo ocurriría con los estudiantes. Y con las personas que trabajan en Ourense o el norte de Portugal. Cualquiera puede imaginar múltiples ejemplos y combinaciones. El AVE, en cambio, sólo servirá para presumir de un tipo de transporte que reducirá el tiempo de comunicación con algunas ciudades y a un precio que no estará al alcance de cualquiera.