Esta es la historia de Manuel Alvarez e Hijos, S.A., cuya planta principal en Vigo era conocida como «La colmena de Cabral”. Nos estamos refiriendo a la emblemática empresa que radicó su factoría en Cabral, barrio en el que sus vecinos dependían directa o indirectamente de la empresa de porcelana. La historia de Manuel Álvarez Pérez es digna de conocer, entre otras cosas por su peripecia vital, en la que fue capaz de sortear con su inteligencia una más que probable ruina industrial y personal.
Manuel Álvarez Pérez
El fundador de Manuel Álvarez e Hijos nació en el año 1873 en la localidad ourensana de Gomesende, entre los municipios de Crecente y Celanova.
Cuando cumplió 18 años puso rumbo a América eligiendo la isla de Cuba, ya que en aquella época era de los países más prósperos de la América española. Manuel se estableció en el centro de la isla, en la localidad de Santa Clara, ciudad importante en cuanto a procesamiento y comercialización de tabaco, comenzando a trabajar en un aserradero de madera fina que fabricaba cajas de puros habanos, localizado en la localidad de Ciego de Avila.
Entonces Manuel conoce a Clara O’Farril con la que se casa y tiene una numerosa descendencia, parece ser de quince hijos, de los que sobreviven once.
Manuel trabaja duro en el aserradero, ascendiendo de cargo y terminando por ser propietario del mismo, por lo que puede reunir, al cabo de los años, una pequeña fortuna que por consejo de un amigo banquero convierte en marcos alemanes. No olvidemos que nos encontramos hacia 1915, a comienzos de la Gran Guerra y el poderío alemán es absoluto en todos los órdenes.
Vuelta a España y camino de Alemania
A estas alturas Manuel se plantea volver a España, sufre de asma y el clima de la isla no le conviene, por lo que decide regresar a su pais. Pero Manuel tiene un serio problema, la Guerra Mundial ha finalizado y el ejército alemán ha sido derrotado.
Esta derrota es devastadora en la economía germana, debido a las condiciones draconiananas que han tenido que firmar en el Tratado de Versalles, mediante el cual se fijan las reparaciones de guerra que Alemania debe pagar. Además de esto, el país germano sufre una gran inestabilidad política y la economía lo acusa con una inflación devastadora.
Por todo lo cual Manuel se encuentra con que los ahorros de toda su vida se limitan al valor del papel en el que están impresos sus marcos. Ya en España, Manuel no se viene abajo, sino que razona inteligentemente para poder salir del aprieto. Sabe que en España sus marcos no valen nada, pero es consciente de que su dinero todavía es de curso legal en Alemania, y se le ocurre una gran idea: ¿y si se desplazara a allí y con ese dinero pudiera comprar productos para vender luego en España?
En una jugada maestra compra los billetes de ferrocarril hacia la zona alemana de Silesia (hoy Polonia) donde sabe que hay fábricas importantes de cristal, loza y porcelana. Allí se dirige a la fábrica Porzellanfabrik Koenigszelt y compra todo lo el género que puede adquirir con sus devaluados ahorros.
Una vez en Vigo, ciudad elegida por Manuel para establecerse, se asocia con Manuel Rey Vázquez creando la sociedad Alvarez y Rey, S.L., abriendo un comercio en un local de la calle Policarpo Sanz con el producto comprado en Alemania.
De esta manera, Manuel Álvarez fue capaz de salvar una parte de su fortuna original pudiendo continuar su trayectoria empresarial.
Manuel Álvarez e Hijos
Cinco años más tarde disuelve la sociedad naciendo la sociedad Manuel Álvarez e Hijos. Se establece en solitario en la calle Victoria, donde posee un taller de decoración de porcelana y enseguida es capaz de abrir cuatro tiendas al por menor con sus productos. Poco después traslada su taller y su vivienda al barrio de Casablanca (donde hoy se encuentra El Corte Inglés).
El taller va creciendo y en 1931 ya es una empresa importante en la industriosa ciudad de Vigo. Pero en 1936 estalla nuestra contienda civil y provoca que las importaciones de Alemania se corten, por lo cual decide en su pequeña fábrica comenzar a elaborar productos de porcelana con la marca Santa Clara, que es el nombre de la localidad cubana donde se estableció.
El solar de Casablanca se le queda pequeño, así que toma la decisión de comprar unos amplios terrenos en el barrio de Cabral, que están a buen precio, para construir allí una fábrica de vidrio y otra de porcelana.
Manuel Álvarez quiere que su empresa continúe en el tiempo por lo que educa a su hijo Moisés para que sea su sucesor, aconsejándole que estudie ingeniería y al acabar sus estudios lo envía a realizar una temporada de prácticas en la localidad inglesa de Stoke on Trent, considerada la capital inglesa de la cerámica. Allí pasó un año aprendiendo el oficio de la fabricación de porcelana y al volver a Vigo comienza a trabajar en la fábrica paterna.
Moisés Alvarez va a continuar la labor paterna y a engrandecer la empresa convirtiéndola en una gran grupo empresarial, pero como decía el barman de la película Irma la dulce: «Pero esa es otra historia».
Fuente: 25 Empresas del Vigo de siempre. Ed. Cardeñoso.