Por supuesto que no están al alcance de la mayoría de los mortales y quizá nunca lleguen a estarlo, pero atrás se han quedado aquellos tiempos en los que las instalaciones de los clubes náuticos se reducían a una dársena y algún que otro pantalán, cuando la ocupación se inventariaba con muy contadas embarcaciones de vela y de motor y con algunos botes de remos. La ría de Vigo constituye un marco excelente y singular para la navegación a vela, y en un día cualquiera siempre se pueden observar varios barcos de recreo surcando sus aguas, y sobre todo con la mar picada, síntoma de la existencia de esa brisa o de ese viento que infla la mayor y el foque sin necesidad de utilizar el spinnaker.