La orografía de Galicia, tan variada, propicia condiciones climáticas muy diferentes de unas zonas a otras. En poblaciones separadas por menos de cincuenta kilómetros se aprecian variaciones de varios grados en la temperatura, de igual modo en verano que en invierno.
Así es, que en el momento de escribir estas líneas, a mediados del mes de agosto, las previsiones apuntan cifras de temperatura que superarán ampliamente los treinta y cinco grados. En tales condiciones, muchas personas comienzan a añorar esas lluvias otoñales que no tardarán mucho tiempo en llegar como todos los años, de un modo indefectible.