A los 17 años, igual que la mayoría de sus amigos, tiene que emigrar. Desde el puerto de A Coruña parte en un viejo barco de vela. Llegando a La Habana después de varias semanas de navegación.
En la isla, Sanjurjo pone un taller de calderería. Su capacidad y laboriosidad le darán rápidos resultados, logrando en pocos años reunir un capital importante. A su retorno se instala en Vigo fundando ese mismo año un taller de fundición, que con el tiempo pasaría a ser «La Industriosa»; en ella se construiría cinco años más tarde la primera máquina y caldera de vapor hecha en Galicia. Luego pasarán a repararse las máquinas de los vapores que fondean en Vigo, en los años siguientes.
Durante el último tercio del siglo XIX Sanjurjo participará como técnico en el montaje de gran parte de los establecimientos industriales que se ensayan en la ría de Vigo. De entre ellos quizás el más destacado había sido el de «La Cristina», una gran fábrica de papel contínuo, instalada en el vigués barrio de Lavadores y movida a vapor y fuerza hidráulica en la que además es socio al lado de otras figuras de la época, como Antonio López de Neira y Norberto Velázquez Coppa.
Con el paso del tiempo, «La Industriosa» llegará a tener más de doscientos operarios, contando asimismo con varaderos y astilleros para buques de pesca, en los que se instalan calderas y máquinas de fabricación propia.
A principios de siglo la falta de pesca para surtir a la incipiente industria conservera viguesa, lleva a los pescadores a necesitar barcos de más potencia y autonomía de navegación. Para ello comienza a utilizarse barcos con motores de vapor.
En un primer momento los pequeños barcos de vapor utilizados por nuestros marineros eran de pequeño calado. Venían provistos de maquinaria inglesa, hasta que Sanjurjo Badía y los Barreras comienzan a construir en sus talleres «La Industriosa» la maquinaria necesaria para dichos barcos. El éxito de esta fundición fue tal que durante la I Guerra Mundial algunos países le compraron varias unidades para ser utilizadas para labores de patrullaje.
En los albores de la I Guerra se registra un impulso importante de la construcción naval, pasando de la realización de pequeños barcos a la construcción de grandes buques de más de doscientas toneladas. En esta etapa también Sanjurjo Badía es uno de los impulsores de este salto de producción, junto a los astilleros Troncoso y Santodomingo.
La boya submarina
Una de las facetas de Sanjurjo fue también la de inventor. Durante la guerra con los E.E.U.U. inventa un artefacto submarino. Muchos analistas políticos creían que los norteamericanos tenían previsto atacar España. Sanjurjo era uno de los más convencidos de que ese ataque inexorablemente sería en la costa gallega, dada la situación geográfica.
El 11 de agosto de 1898 se realizó en el puerto de Vigo la primera prueba de un artilugio que su autor llamó «boya submarina» y que estaba dirigida a la defensa de los puertos. El experimento consistió en»inmersión, flotación, y navegación bajo el agua» y según cuentan las crónicas de la época, el aparato, en cuyo interior viajaba su propio inventor, salió airoso de la prueba.
El invento sirvió para muy poco, ya que a los pocos días se firmaba el armisticio. Según cuenta el periodista Iglesias Viqueira en el Faro de Vigo señala: » Luego resultó que no vinieron los americanos y el sumergible que provocó la admiración de propios y extraños, correspondencia con Isaac Peral y Julio Verne, ha sido celosamente mantenido al día de generación en generación, así hasta la cuarta». Isaac Peral reconoce el prototipo de Sanjurjo como precursor del sumergible.
Otro de sus hermanos de nombre, José, quien residía en E.E.U.U. también ideó un buque submarino provisto de torpedos, cuyos planos y modelos llegó a enviar por conducto diplomático al Gobierno español desde Washington.
Era un gallego que en memoria guardaba, como oro fino, romances populares y tradiciones para los que tenían la suerte de oírlo. En cierta ocación decía: «Esto de que haya gallegos que no entiendan nuestra habla es una ridícula mentira. Yo no hablo más que como debo hablar, y los señoritos que vienen a mi fábrica bien me entienden, porque la conveniencia abre las puertas de los entendimientos»
En cierta ocación fueron a visitarlo una «nutrida comisión de fuerzas vivas» de la ciudad, para decirle que parase los trabajos de su industria. Don Antonio nada les dijo, los invitó a visitar la fábrica, y cuando los tenía en una zona que dominaba todo Vigo y principalmente, los talleres de «La Industriosa», les dijo: «Toda esa hermosa villa que se ve desde aquí, la hicieron los obreros. Esta fábrica, casas y rúas que van hasta la ribera son mías, pero todo gracias al trabajo de hombres sufridos y buenos. Vosotros podéis hacer lo que os plazca, pero yo no cierro mi fábrica».
Tal fue el cariño con el que contaba entre los propios trabajadores que en enero de 1920 le organizaron un popular homenaje. Sanjurjo Badía falleció en Vigo el 9 de 1922.
O xornal nacionalista A Nosa Terra sinalou ante su fallecimiento: «Galicia perde un dos galegos de máis valer e a redacción de A.N.T. envía a súa dona e aos seus filos o testimonio do noso máis fondo sentimiento».
ARTÍCULO ORIGINAL EN LA ENCICLOPEDIA DE LA EMIGRACIÓN GALLEGA