Las circunstancias que está viviendo el sector hostelero gallego son críticas. Control de aforo, la barra inhabilitada, el horario discreto y rígido… Todo son dificultades y así las cosas es difícil que el negocio pueda mantenerse; sería un milagro. Todo el mundo espera el desbloqueo de esas limitaciones cuanto antes, sin embargo, mientras tanto, y como suele decirse, hay que buscarse la vida y los garbanzos.
Si el aforo de las terrazas está limitado, además de tener que respetar las distancias de seguridad, nunca se desprecia la posibilidad de agrandar la terraza haciendo uso de la fachada o del entrante de algún establecimiento colindante que esté cerrado o desalquilado. Siempre que haya acuerdo entre las partes, por supuesto, a nadie le hace daño la alternativa y es una ayuda que en estos tiempos no es despreciable.