El acto de inauguración de la línea se celebró en marzo, pero el ferrocarril con Ourense no entraría en servicio hasta julio. Así que pasan los siglos pero los políticos conservan su afición por cortar cintas con razón o sin ella.
Leemos en la crónica del Faro de Vigo de aquella magna jornada: “Vigo y Orense serán como dos cuerpos fundidos en un alma pues, en breves horas, lo mismo pueden los de allá venir a estas playas que los de aquí subir a sus riberas”, proclamaba el visionario cronista, previendo las aglomeraciones de ciudadanoa de As Burgas que en verano se disputarían una mesa en los pinares de Samil.
Esta semana, el AVE llegó a Galicia veinte años y cuatro presidentes después. Y algo similar sucedió en 1881, cuando entró en Vigo con un gran retraso sobre las fechas prometidas. En concreto, entonces se tardaron 18 años desde que se colocó la primera piedra hasta el fin de las obras.
Las obras del ferrocarril entre Ourense y Vigo habían comenzado en 1863. Y el proyecto llevaba años pasando de cajón en cajón por sucesivos ministerios, algo similar a lo que sucede dos siglos después con la cacareada variante por Cerdedo. En aquel tiempo, tanta era la impaciencia viguesa que en la ciudad llegó a aparecer un periódico llamado “El Ferrocarril”, que entró en circulación en 1861 con el objetivo primordial de defender la línea férrea que enlazaría a los vigueses con Ourense y, desde ahí, algún día con Madrid.
El 20 de abril de 1863, cuando se inauguran las obras, el entusiasmo de los vigueses es conmovedor. El poeta José María Posada y Pereira reparte por las calles un folleto con un poema en honor al progreso, una palabra mágica en aquella época, lo que incluso hizo que se le pusiese este a nombre a calles de muchas ciudades, como sucedió también en Vigo. “Bienvenido el que esperamos -como a estrella precursora- de los prósperos destinos que anhela Galicia toda/ Bienvenido que ya llega: la sien ceñida de gloria, con lauros inmarcables, premio de luchas heroicas/ Venció del feo egoísmo, las pretensiones odiosas, que en nombre del amor patrio, labraban nuestra deshonra/ Hoy viene ¡Dios le bendiga!, para inaugurar la obra, que levantará a Galicia del desmayo que la postra”. Como podemos leer, el poeta también aprovechaba para ensalzar al político que llegaba para inaugurar las obras, quien no era otro que el diputado José Elduayen, cacique de mucho nivel para quien el poeta pedía nada menos que la bendición de Dios.
A lo largo de casi dos décadas, las obras de aquel ferrocarril a Vigo se paralizarán varias veces, provocando protestas. En 1867, tras dos años de interrupción, se publica el manifiesto “Justicia para Galicia y Asturias en la cuestión del ferrocarril del Noroeste y de Ourense a Vigo”, de Lorenzo Gómez Quintero. La publicación se reparte por varias ciudades.
Enemigos del norte
Además, el ferrocarril para Vigo tiene grandes enemigos. En Pontevedra surgen voces contrarias, que se acallarán cuando nuestros amigos de la capital caen en la cuenta de que la línea les beneficia. Los pontevedreses serán los siguientes en conectarse. La verdadera inquina llega del norte, en concreto de A Coruña. Varios periódicos herculinos publican editoriales contrarios al ferrocarril a Vigo. Además del ya famoso ‘El Coruñés’, queda para la historia el editorial de un diario creado para combatir a Vigo y titulado “El Clamor”. Entre sus argumentos en 1863 están: “Si Vigo llegase a tener ferrocarril, no lo tendrá el resto de Galicia sino por incidencia”.
Curros Enríquez, en su biografía de Eduardo Chao, se alarmó con estos casos de localismo que tanto daño hicieron: “Sensible es decirlo, pero los obstáculos mayores para su realización no los encontró Chao en las esferas del gobierno; los encontró en Galicia, en las rivalidades, en las mañas, en los celos de localidad, nunca más atractivos ni temibles que cuando una población, que se distingue de alguna forma, obtiene algún beneficio o conquista algún progreso”.
Polémicas en prensa
Como escribiría el cronista Xosé María Álvarez Blázquez: “Hubo recias polémicas en la prensa, porque otras ciudades, celosas de Vigo, intentaban demorar el logro de su ferrocarril, arguyendo sutilezas dialécticas que ni a los propios autores convencían”.
Finalmente, superando todos los obstáculos, llegaría el ferrocarril a Vigo en 1881. Y precisamente Curros Enríquez le dedicó su poema titulado «Na chegada a Ourense da primeira locomotora», con motivo de la inauguración de la línea con Vigo: “Velaí ven, velaí ven tan oupada,/ tan milagrosiña, con paso tan meigo,/que parece unha Nosa Señora, /unha Nosa Señora de ferro”, cantó el poeta emocionado. Sucedió mucho antes que el AVE, hace ahora 140 años.
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