La taberna Eligio es un lugar histórico de la ciudad de Vigo que permanece tan vivo como antaño, pero con distinto ambiente. Allá por los años sesenta y setenta del pasado siglo XX era una pequeña taberna de renombre y colindante con otra, también pequeña y ya inexistente, conocida como “La Viuda”.
El público era similar en ambas, aunque en Eligio se daban cita, sobre todo, personajes de la cultura gallega repartidos entre escritores, pintores y público de lo más diverso, además de periodistas y personal del desaparecido periódico Pueblo Gallego, que tenía sus instalaciones en el solar ocupado actualmente por la delegación del Colegio Oficial de Arquitectos de Galicia.
El Eligio no era más que el espacio interior de la planta baja actual de esa pequeña casa ocluida entre edificios próximos a la Rúa Príncipe, con unos barriles repartidos por el local que servían para apoyar las cuncas en las que el propio Eligio servía el vino con ayuda de una jarra, siempre ataviado con su inconfundible y tradicional bata azul y con gran amabilidad, mientras su mujer, muy tranquila, atendía la cocina y, de vez en cuando, salía a la pequeña barra sobre la que estaba una enorme caja registradora.
Allí se bebía vino de la cosecha de Eligio traído de Rivadavia, y para acompañar se tomaban, entre otras cosas, unas croquetas de gran tamaño que servían para quitar el hambre y que el vino no cayera como una bomba en el vacío del estómago. Cunqueiro, Laxeiro, Lodeiro…, todas las figuras que actualmente forman parte del cuadro de honor de la cultura gallega acostumbraban a visitarlo para disfrutar de un ambiente tranquilo.
Ahora el Eligio es parecido, pero la cocina abarca otras ofertas que antes eran inexistentes y que, por cierto, son deliciosas y abundantes. Las croquetas, por cierto, son una delicia. En el interior del establecimiento hay mesas y los barriles están en el exterior, dando mayor capacidad para una clientela formada por un público variopinto, pero muy fiel, porque la mejor propaganda es la de la propia clientela que siempre queda satisfecha y que pregona el buen trato recibido y la buena cocina, con un personal muy amable, con trato familiar y muy profesional, y con unos vinos que no son aquellos de antaño que se conservaban en barriles o en botellas sin etiqueta, sino embotellados y con etiqueta con pedigrí. Sin duda, Eligio es un lugar muy recomendable para nativos y foráneos en el corazón de la ciudad de Vigo, en las proximidades de la Porta do Sol, pero algo distinto al que todavía recordamos quienes tuvimos el placer y el privilegio de vivir aquella época inolvidable. Siempre Eligio.