Es como si le hubieran caído todas las hojas de repente, por algún extraño motivo que desconocemos, quedándose calvo en comparación con sus vecinos, que sí lucen un llamativo follaje. ¡Vaya complejo arbóreo!, podríamos decir si los árboles tuvieran sentimientos, claro. Estas son curiosidades de la vida en la gran ciudad, a veces un poco —-o muy—- alejada de esa vida del campo en la que todo tiene una explicación sencilla, salvo los caprichos del tiempo.