Obsérvese la piedra que lleva el hombre de la fotografía en su mano izquierda. Está cruzando una calle de la ciudad de Vigo acompañado de un perro que lleva sujeto con una correa. Lo primero que se puede deducir es que la piedra le sirve de amenaza para que los vehículos respeten a los peatones que quieren cruzar la calle. Algo que quizá sea posible en una ciudad como Vigo, donde se circula a bastante velocidad, donde se aparca en cualquier lado incluso en las rotondas, aceras y pasos de peatones, sin importar nada porque casi nunca sucede nada. Pero no. La explicación es bien sencilla. Se lo hemos preguntado unos minutos más tarde y esa piedra es para un acuario donde el protagonista tiene una tortuga. Así de sencillo. Qué lástima ahora que ya habíamos pensado en lo peor, que es lo realmente interesante. Por qué será que lo interesante siempre es lo más dramático y morboso.