La necesidad agudiza el ingenio, algo que se viene repitiendo a lo largo de la historia y que ha reflejado incluso la literatura clásica. Muchas personas y, sobre todo, muchos emigrantes, se buscan la vida vendiendo baratijas y otros enseres. Algunos de ellos montan su puesto y permanecen a la espera de los compradores. Otros, en cambio, prefieren recorrer los principales rincones de las ciudades cargados con sus enseres y realizando grandes desplazamientos al cabo de la jornada.
Unos y otros tienen días de mayor o menor fortuna, y el ingenio les ayuda en las ventas y en su labor diaria. Así, en la fotografía podemos observar a este hombre que ha habilitado un carro para transportar toda su mercancía, como un pequeño almacén móvil en el que hay bolsos, cinturones, camisas, calcetines, y un amplio etcétera.
Llegados a este punto, conviene mencionar y recordar a un conocido industrial gallego cuyas redes comerciales se extienden actualmente por todos los países, y que comenzó hace muchos años vendiendo humildemente por ferias y pequeños comercios, en unos tiempos en los que nadie imaginaba hasta dónde llegaría. Así comienzan los grandes negocios, con imaginación y trabajo.