«No resistimos la tentación de transcribir una crónica de sociedad, cuyo extracto es casi imposible, pues su vigor ambiental está, sobre todo, en la deliciosa adjetivación de la época y en el inefable estilo del plumífero que la redactó. Dice así, y ponga el lector también algo de imaginación:
“Como habíamos anunciado a nuestros lectores, anoche- es decir-, la noche de este 4 de abril- ha celebrado una reunión- concierto la aristocrática sociedad que lleva por nombre el de Tertulia Recreativa. La hora señalada en el programa era de ocho a doce.- Desde el primer momento se vieron invadidos aquellos elegantes salones por una escogida y numerosa concurrencia que contribuyó a dar mayor esplendor a esta brillante fiesta, cuyo recuerdo vivirá por largo tiempo en el alma de todas aquellas personas que tuvieron la dicha de presenciarla.- Tiempo hacía que no recordábamos un espectáculo tan bello como el que anoche ofreció a nuestra vista.- Las sedas de los vestidos al deslizarse sobre las alfombras, la multitud de bugías que reflejándose sobre las magníficas lunas de Venecia dibujaban el semblante encantador de las simpáticas pollas, en fin, las dulces melodías ejecutadas por manos artistas que interesaban el alma hasta en su última fibra, todo formaba ese conjunto admirable que a la pluma le es imposible describir.”
“Las simpáticas Srtas. Pérez de Castro ejecutaron a ocho manos, con los aventajados jóvenes Sres. Curberas, la sinfonía de la ópera Semíramis, que constituía la primera parte del programa.- El mismo éxito obtuvo también la inteligente señora de Vázquez de Puga, en el aria que cantó acompañada al violoncello y piano, dando a conocer una vez más sus dotes artísticas que tan merecidos aplausos arrancaron a la concurrencia”.
“Justo tributo de admiración se rindió a la maestría desplegada al tocar en el armonium el andante de la ópera Marino Faliero, que se acompañó con el piano.- Llegó su turno a la “joven” y despejadísima “niña” (el entrecomillado de la joven niña es nuestro) Hermitas Novoa, que a pesar de su corta edad (ya no cabe duda: era una joven niña de corta edad), sorprendió agradablemente en la admirable ejecución del capricho Las gotas de agua.- En la cuarta parte del programa estaba comprendida el aria con coro la Forza del Destino.”
“La inteligente Srta. Doña Matilde Aznar, a quien estaba encomendada, fue en ella aplaudida con verdadero entusiasmo, pues lo merecía de todas veras por haber cantado dicha aria con suma limpieza y una extensa y muy agradable voz.”
(A continuación cita el cronista las intervenciones de varios artistas del “sexo feo”: el profesor Sr. Miguel y Alonso, que cantó É Morta, y otra vez los aventajados Sres. Curberas, que le acompañaron al armonium y piano en un breve concierto de violoncello).
“Acabadas las piezas de canto y piano, se dió la señal, rompiéndose el baile con unos bonitos rigodones que no tuvieron inconveniente en tocar las amables señoritas de Pérez de Castro.- Sucesivamente se bailaron mazurcas, walses, etc., y por último a las doce y media comenzaron a desalojarse aquellos salones, testigos de esta magnífica soirée”.
Concluye el cronista felicitando a los intérpretes. Y nosotros, con mucho gusto, le felicitamos a él».
4 de abril de 1877. Xosé María Álvarez Blázquez. «La Ciudad y los Días. Calendario Histórico de Vigo» (Ediciones Monterrey, 1960).