El 15 de mayo de 1809, Napoleón se hallaba en el fastuoso palacio de Schönbrunn en Viena cuando recibió una noticia que le hizo montar en cólera. Sus tropas se habían rendido en la villa de Vigo, en Galicia, en el otro confín continental. Era la primera vez que se reconquistaba en toda Europa una plaza fuerte que previamente hubiese sido conquistada por los ejércitos del Emperador. La rendición del comandante Antoine Chalot y su entrega el 28 de marzo de 1809, ante unas tropas irregulares, formadas en su mayor parte por voluntarios vigueses, dejaban 45 oficiales y 1.200 soldados franceses prisioneros. Hasta ahora, podíamos imaginar la ira de Bonaparte ante semejante revés. Ahora, ya no necesitamos imaginación, porque encontramos la carta con su reacción a la noticia. Y tacha a sus oficiales de “cobardes”.
“Reenvío al Ministro de la Guerra para que me informe de las razones que llevaron al Comandante de Vigo a rendirse cobardemente. ¿De qué cuerpo es este líder de escuadrón?”, escribe Napoleón en su misiva, fechada el 15 de mayo de 1809, mes y medio después de la Reconquista, en unas letras que dejan traslucir su cólera.
Hemos encontrado la carta dentro de la colección de la Correspondencia Oficial, que hizo publicar Napoleón III, sobrino de Bonaparte, durante el Segundo Imperio (1852-1870) y que reúne unas 22.000 misivas, que además están compiladas en la Biblioteca Nacional de Francia. La carta se encuentra bajo el epígrafe “Informe sobre la capitulación de Vigo”.
Versalles vienés
Conocemos las circunstancias en las que Napoleón recibe la noticia de la Reconquista de Vigo. Porque se halla en el palacio de Schönbrunn, conocido como el ‘Versalles vienés’, donde se encontraba en mayo de 1809 a la espera de los combates decisivos que doblegarán al archiduque Carlos de Austria. La primera batalla iba a producirse sólo una semana después de redactar esta carta, el 22 de mayo, en Aspern-Essling, donde los franceses son derrotados por las tropas de la Quinta Coalición, que unía a Austria con el Reino Unido.
Su precipitación en cruzar el río Danubio fue el error táctico que llevó a este primer revés para el Emperador pero, semanas más tarde, Bonaparte se tomaría cumplida venganza con una victoria definitiva en la batalla de Wagram, del 5 al 6 de julio, que culminó con la retirada austríaca y, tras unos fallidos contraataques posteriores, condujo a la completa capitulación del enemigo.
Tratado de Schönbrunn
Gracias a esta victoria, Napoleón firmaría en octubre de ese mismo año el Tratado de Schönbrunn, en el mismo palacio en el que dicta la carta sobre Vigo unas semanas antes. Así que es evidente que el disgusto no le duró mucho, porque Austria entregó en esta ocasión varios territorios, firmó una alianza con Francia y además casó a la hija del emperador austriaco, María Luisa, con el propio Bonaparte, sellando una alianza dinástica que unos años antes habría resultado inverosímil. Así que la ira de Napoleón de aquel 15 de mayo enseguida se vio enjugada por sus éxitos.
Pero, 213 años después, hay que responder a la pregunta que enuncia el Emperador: ¿a qué cuerpo pertenecía el líder del escuadrón? Y el mayor experto en Antoine Chalot, que era su nombre, es el investigador vigués Ricardo Troncoso, autor de la más completa monografía sobre este personaje, publicada en 2011 por ‘Glaucopis’, del Instituto de Estudios Vigueses, bajo el título “Vida militar de Jacques Antoine Chalot”.
“Pues la contestación del conde de Hunebourg, ministro de la guerra, a Napoleón habrá sido que el “cobarde” del Jefe de Escuadrón estaba adjunto al Estado Mayor del segundo cuerpo del ejército bajo el mando del duque de Elchingen, el mariscal Ney”, explica Troncoso: “Más en concreto, dentro de este cuerpo, en la 4ª división de Dragones que comandaba el general Lahoussaye. Durante su nombramiento como comandante de la plaza de Vigo, pasó a depender temporalmente del general Lamartiniere, nombrado gobernador general de la provincia de Tuy”.
«Incluso nos puede producir orgullo»
Así que Napoleón ya tiene su respuesta, dos siglos más tarde. Y Ricardo Troncoso también ofrece su valoración sobre la acusación de ‘cobardía’ que Bonaparte dirige a los derrotados en la Reconquista de Vigo: “Hoy nos resulta divertido ver el enfado de Napoleón respecto a la pérdida de Vigo; incluso nos puede producir orgullo. Puede que fuera normal que considerara a Chalot como un cobarde. A fin de cuentas, no estaba acostumbrado a que una plaza fuerte dominada por sus tropas se rindiese. Aún no disponía del motivo de la rendición pero al más importante general de la época no le importaría tanto el motivo como el hecho. Veo lógico que tildase la rendición de cobarde”, asegura el historiador vigués.
Pero esta carta no es la única que hemos encontrado en la que Napoleón habla sobre Vigo. Días más tarde, el 20 de mayo, ya consciente de que se ha perdido la plaza viguesa y casi toda Galicia, el Emperador insta al rey José I a enviar tropas a la zona: “Reiterar al Rey que debe sobre todo poner su atención en el norte, y que si La Romana sigue manteniéndose más tiempo entre Galicia, Portugal y Castilla la Vieja, habrá que esperar muchas Desgracias; que por lo tanto es necesario marchar hacia él y deshacerlo en el acto; que es muy lamentable que esto no se haya hecho durante mucho tiempo; que los ingleses informados de esto desembarcarán en Vigo; lo que podría comprometer seriamente al duque de Elchingen”.
Humillante derrota
Se refiere napoleón al mariscal Michel Ney, en efecto duque de Elchingen, pero sus órdenes llegan ya muy tarde, porque en apenas unos días sufrirá una humillante derrota en la batalla de Ponte Sampaio, en el fondo de la ría de Vigo, entre el 7 y el 9 de junio de 1809, a manos de unas fuerzas combinadas formadas por voluntarios gallegos, restos del ejército y una potente ayuda naval británica.
Así que ya sabíamos que Vigo fue la primera plaza fortificada de Europa que fue reconquistada por sus habitantes después de haber sido tomada por las tropas de Napoleón. Pero también sabemos qué opinión obtuvo Bonaparte cuando conoció la noticia de la Reconquista. “¿De qué cuerpo es este líder de escuadrón?”, preguntó el Emperador, con evidente indignación, calificando la capitulación como ‘cobarde’.
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