Revisando mi modesto archivo fotográfico sobre nuestra ciudad me encontré con un par de fotos antiguas de ésas que tienen sabor. En ambas se ve un camión sin cabina ni carrocería, sólo chasis, motor y asiento del conductor. El vehículo estaba aparcado en Policarpo Sanz, al lado del Banco de España (hoy Casa das Artes). La fecha podría ser sobre el año 1949 o 1950.
En las fotografías se puede ver a un grupo numeroso de curiosos alrededor del camión. Se trataba, ni más ni menos, que de una campaña de marketing del industrial del motor Eduardo Barreiros para vender el proceso de transformación de un motor Krupp de gasolina en diésel.
Eduardo Barreiros fue un mecánico autodidacta, que desde muy niño se dedicó a reparar y montar motores de los vehículos que su padre tenía en su modesta empresa de transportes. En un momento dado se le ocurrió que los camiones alemanes y rusos que habían quedado en España de la Guerra Civil se podrían transformar de gasolina a diésel, con la ventaja económica que ello supondría para los transportistas.
Eduardo consultó toda la bibliografía que pudo reunir sobre el tema, incluyendo cartas a ingenieros industriales. Las respuestas al respecto fueron que eso no se podía hacer por tratarse de sistemas motorizados muy diferentes. Esto no desanimó al joven Eduardo y comenzó a ensayar por su cuenta en su pequeño taller.
Al final nuestro emprendedor consiguió su propósito, lo que dice mucho de su calidad de mecánico, y sobre todo, lo más difícil de lograr fue conseguir que la transformación de los motores fuera homologada por el Ministerio de Industria. Cuando su campaña de promoción hizo efecto cientos de camiones fueron transformados por Barreiros para funcionar con combustible diésel.
Esta gran afluencia de trabajo decidió a Eduardo a trasladarse a las afueras de Madrid a una nave alquilada en la carretera de Andalucía. Aquí comenzó el joven mecánico a reunir una pequeña fortuna que poco después invertiría en más negocios del motor, con la creación de su motor Barreiros-Diésel a partir de un motor Perkins, que en España no estaba protegido por ningún tipo de patente.
Eduardo Barreiros poco después compró un gran terreno en el municipio de Villaverde, en el sur de Madrid, donde empezó a fabricar todo tipo de camiones necesarios para la motorización del país. Además de camiones Barreiros fabricó vehículos militares, furgonetas, autobuses, tractores, grupos electrógenos, motores marinos, terminando por fabricar automóviles bajo patente Chrysler, como eran el Simca 1000 y el lujoso Dodge Dart.
Hoy en la red se pueden ver multitud de videos en los que salen colaboradores y trabajadores que estuvieron muchos años en la fábrica al lado de Eduardo Barreiros, y todos siguen hablando maravillas de “su patrón”.
Eduardo Barreiros después de vender su empresa a Chrysler, se dedicó unos años a ser empresario agropecuario montando una de las mejores granjas de vacuno de carne de España. Pero aquí no acaba todo, ya que en su última etapa vital se trasladó a Cuba para desarrollar un motor propio de marca Taíno, basado en su motor Barreiros-Diésel que tantos éxitos cosechó.
Eduardo Barreiros fallecía en 1992 en La Habana mientras desarrollaba su motor cubano para el gobierno de Fidel Castro. Hubo una publicación norteamericana que, en los años 80, calificó a Eduardo Barreiros como el ‘Henry Ford español’. Ahí es nada.