Sin embargo, una vez más, los nativos sueñan con viajes a lugares lejanos y exóticos cerrando los ojos a una realidad próxima y a veces inigualable que sorprende a los foráneos cuando la conocen. Playas de arena blanca y extremadamente fina, aguas de un mar batido que estimulan los sentidos, una ría que se presta a los deportes náuticos y que sirve a su vez de abrigo a pequeños y grandes buques en largas travesías marítimas, frondosos bosques que llegan hasta la orilla del mar…, y una climatología singular en la que las temperaturas no son extremas y las lluvias simplemente las necesarias. Mientras tanto, algunas personas disfrutan de esos privilegios asequibles para todos los bolsillos, sin peligros y sin agobios, aunque sea simplemente paseando junto a la orilla del mar al atardecer, como puede observarse en esta fotografía.