La obra, llena de colorido, contribuye a enriquecer el patrimonio artístico de estas calles y de la ciudad de Vigo, con una corporación municipal cada vez más sensibilizada con el mundo del arte y con la cultura. Sin embargo, una vez más, las pintadas de los gamberros —que es lo más suave que se les puede llamar— han deteriorado una obra de arte que hemos pagado entre todos, y con esta acción demuestran una incultura que bien merece alguna acción disuasoria.