En Galicia incluso los días de lluvia son todos diferentes. Algunas personas se quejan, pero lo cierto es que la lluvia y el frío rompen la monotonía. Pensemos en esas latitudes en las que la temperatura es constante, en donde nunca llueve y, por lo tanto, hay restricciones de agua dulce, donde el paisaje es gris y sin gracia. Galicia no tiene, precisamente, esos problemas.
Sin embargo, esas épocas grises, de humedad y de lluvia fina, propician el carácter melancólico de sus gentes y, sobre todo, eso que llamamos saudade, además de dar lugar a unas puestas de sol de enorme belleza que van cambiando de un día a otro y que nunca se repiten.