La ciudad de Vigo no destaca, precisamente, por la conservación de lugares emblemáticos de la vida cotidiana, y las cafeterías están entre las más perjudicadas. En la imagen puede verse la Cafetería y Pastelería Arrondo, en la Rúa Policarpo Sanz, cerrada a pesar de su ubicación privilegiada y del agradable recuerdo que la acompaña para muchas personas. Otras ni siquiera permanecieron con su estructura, sino que mudaron a otros negocios diferentes.
En el recuerdo colectivo de la ciudad de Vigo todavía pervive, por ejemplo, la Cafetería Gran Vía, en la calle del mismo nombre, en el barrio de As Travesas, frente a los institutos, sin olvidar el antiguo Derby, en la Praza da Farola, o la taberna del Fraga, junto al cine Fraga, entre otras muchas.
Goya en Urzaiz
Una de las cafeterías más recordadas por su popularidad fue la Cafetería Goya, en la Rúa Urzaiz, cuyo local ahora está ocupado por una conocida perfumería. El local era grandísimo y en la parte de atrás tenía un reservado exclusivo para ver la televisión en los años de los comienzos de sus emisiones —que sólo eran unas horas al día—, algo que ahora suena un poco extraño.
En el Goya se daban cita personas de todo tipo y condición y era un lugar de tertulias que estaba frecuentado, por ejemplo, por el pintor Laxeiro. Había gente a todas horas. Por las mañanas para desayunar, a mediodía para tomar el vermut, con una tapa de aceitunas contadas.
Dosificadores en las botellas
Después de comer para tomar el café, con la particularidad de que el descafeinado era servido por el propio camarero que lo hacía con el bote de Nescafé y la ayuda de una cucharilla pequeña y raspada. A la hora de la merienda unos deliciosos sandwiches mixtos, y a la noche las copas, cuya parte alcohólica servían con ayuda de unos dosificadores colocados en las botellas.
Con todas esas anécdotas, el Goya era algo mágico, un lugar de encuentro que todavía sigue vivo en el recuerdo de las personas que lo frecuentaban, pero que la ciudad no supo conservar.