El consumo de tabaco sigue siendo un problema de salud personal y pública, y también de higiene. La prohibición de fumar en locales públicos conlleva que las personas consumidoras de cigarros lo hagan al aire libre. Pero el problema surge cuando no existen ceniceros donde depositar las colillas.
Algunas personas, conscientes del elevado nivel de contaminación que añaden con los restos de papel, tabaco y, sobre todo, los filtros, recogen sus desperdicios para depositarlos después en las papeleras.
Sin embargo, otras personas optan por el camino más corto y los tiran al suelo o, en último caso, a las jardineras o a los huecos que quedan en la base de los árboles, provocando, además de todo, una imagen penosa, tal como puede comprobarse en esta fotografía.