Sin embargo, tranquilícese el lector. Justo al día siguiente, seguramente el inspector de las obras observó la misma imagen y pensó con calma y con mayor tino e interpretó adecuadamente las prioridades de utilización, tanto de la jardinera como de la tapa de registro. Y se corrigió con rapidez el sinsentido que aquí mostramos, y que ya no existe. Nunca más acertado aquello de “a grandes males grandes remedios”.