La nota de la autoridad gubernativa hacía mención a graves y persistentes hechos de alteración del orden académico y de la paz ciudadana. Por otra parte FdV recogía de la Dirección del Instituto el supuesto desencadenante puntual de aquella decisión: la respuesta del alumnado a la denegación de acceso de una compañera al centro con la excusa de su condición de oyente no matriculada.
Asimismo, en nota de la Dirección se reseñaba, al parecer, un grave incidente en el transcurso de un desalojo con un profesor. En días anteriores al cierre se habían producido detenciones con la consiguiente extensión y radicalización de las movilizaciones. Por tanto, el cierre era la respuesta consumada a nuestro atrevimiento.
Aquella medida arriesgada y contundente obtuvo el efecto contrario al pretendido. Si pretendía enfriar, calentó. Si pretendía nuestra retirada a casa y el aislamiento de los más destacados, obtuvo como consecuencia mayor unión, organización y presencia en todos los ámbitos, incluso se mantuvo un calendario lectivo con el Instituto cerrado. Compañeros dando clase a compañeros.
Tampoco estuvimos totalmente aislados informativamente en el plano local. Por aquellas lejanas fechas, salvo error, estaba en antena en la emisora Radio Popular de Vigo el programa informativo Jaque a la Actualidad. Hasta allí nos acercábamos y los periodistas Queca Merino y Víctor Freixanes nos atendían de forma cordial.
Incluso nuestro Instituto obtuvo proyección informativa internacional. Según nos decían, las emisiones de Radio Francia Internacional y Radio Londres en español hablaban de un Instituto cerrado por la dictadura y de la resistencia combativa de sus estudiantes adolescentes.
Dado el fracaso de la que había sido concebida como medida profiláctica fue levantado el cierre del Instituto. Alrededor de tres semanas de exilio forzoso de las aulas y de aprendizaje y lucha intensivos y extensivos.
Algunos volvimos apercibidos de que no obtendríamos matrícula en centro público alguno el próximo curso y el decaimiento de nuestro derecho a presentarnos a exámenes en el presente.
La vuelta a las aulas no se hizo con espíritu de derrota sino con moral alta. Muchos sabíamos que jornadas como aquellas no se habían de repetir en nuestras vidas y que comprometían el camino para el curso venidero,el de 1975-1976, en el que bastantes de nosotros ya no estaría.
Tras el nuestro, según parece, otro centro de Enseñanza Media en Eibar sufrió igual medida, aunque esto no lo he podido comprobar.
La alumna oyente excluida era de nacionalidad norteamericana, su padre era un ingeniero que se encontraba trabajando en la construcción de unas plataformas petrolíferas encargadas a los astilleros Barreras. Creo recordar que su nombre era Margaret, destacó en la lucha generosa a nuestro lado, perdiendo la ocasión de matricularse en el curso siguiente.
Nunca volvimos a saber de ella pero bien pudiera simbolizar e internacionalizar el cierre de Febrero del 75 del Santa Irene en su traslado a Coia.
El Tiempo siempre retorna en una dialéctica inmóvil hasta congelarse en el rictus de la Muerte. En tanto, esperamos.